Casi todos los dictadores manosean la historia. Lo hace Maduro con la región al occidente del río Esequibo (Guayana). Estima que son sus territorios orientales, por donde se sospecha que anduvieron los españoles y, por lo tanto, pertenecen a Venezuela, aunque Sir Walter Raleigh (el de la fina capa extendida para que la reina Isabel I no humedeciera sus reales sandalias) también anduvo por ahí por dos veces en búsqueda de El Dorado.

El catálogo de derechos comienza con la temprana presencia de españoles y con el mapa de la extensión presunta de la recién creada Capitanía General de Venezuela en 1777, que iba por el oriente hasta el río Esequibo. Esa carta también incluía la isla de Trinidad, que fue tomada en 1797 por el almirante Abercombry (quien poco después no pudo con San Juan de Puerto Rico) sin disparar un tiro. A esa flaca defensa le hubiese hecho falta un don Sancho Jimeno, el bravo defensor de Cartagena en 1697. Y con ese antecedente histórico-geográfico, ahora que se está recurriendo a cartografía antigua, por qué no crear también un departamento de Trinidad, en las fauces del golfo de Paria.

Desde mucho antes de la Capitanía, los holandeses habían extendido sus dominios guayaneses (Surinam) más allá del río Esequibo. La Compañía Neerlandesa de las indias Occidentales, el peor enemigo de España, creó las provincias de Bernice, Damera y Esequibo, que fueron a dar a su vez a Inglaterra durante las guerras napoleónicas (1796) y formaron el núcleo de la Guayana Británica. A todas estas, excepto en un mapa, España, postrada, ni por ahí. Durante un siglo, Inglaterra, la gran potencia colonial del momento, siguió corriendo la cerca hacia el Occidente, y para el final del siglo XIX habían establecido población y fuerte en el delta del Orinoco. Dada la debilidad de Venezuela, cuando con acorazados le cobraban sus deudas externas, solo los EE. UU., quizá, podían evitar que Inglaterra se tragara el delta. En política internacional, la tierra da muchas vueltas, las mismas que dieron las relaciones de EE. UU. e Inglaterra cuando el canal interoceánico se convirtió en asunto primordial. Una piedra en el zapato eran los condicionamientos que surgían por los acuerdos previos entre las dos potencias. EE. UU. quería sacudirse. Inglaterra procrastinaba. Se blandió la Doctrina Monroe. El diferendo por la frontera en el Delta avivó la tensión. En 1896, se pretendió forzar un tribunal de arbitramento que inicialmente Inglaterra rehusó contemplar. Se reunió al fin en 1897 y el laudo se conoció en 1899.

Inglaterra tuvo que salir totalmente del delta del Orinoco, pero el 90% del laudo, si se incluye en él la provincia del Esequibo, favoreció a la Guayana Británica. Era un momento de mucho desorden y guerras civiles en Venezuela. Comisionados norteamericanos representaron a Venezuela en el Tribunal. Maduro lo ha declarado írrito. El Uti possedetis iuris de 1810 venezolano se opone al Uti possedetis de facto muy anterior del sucedáneo guayanés.

QOSHE - Manoseando la historia - Rodolfo Segovia
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Manoseando la historia

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15.12.2023

Casi todos los dictadores manosean la historia. Lo hace Maduro con la región al occidente del río Esequibo (Guayana). Estima que son sus territorios orientales, por donde se sospecha que anduvieron los españoles y, por lo tanto, pertenecen a Venezuela, aunque Sir Walter Raleigh (el de la fina capa extendida para que la reina Isabel I no humedeciera sus reales sandalias) también anduvo por ahí por dos veces en búsqueda de El Dorado.

El catálogo de derechos comienza con la temprana presencia de españoles y con el mapa de la extensión presunta de la recién creada Capitanía General de Venezuela en 1777, que iba por el oriente hasta el río Esequibo. Esa carta también incluía la isla de Trinidad, que fue tomada en 1797 por el almirante........

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