Qué papelón hicieron los hipercapitalistas de Dubái, los grandes arquitectos que construyeron a la ciudad dorada cuyos rascacielos parecen unos dedos metidos en el ojo de Dios. Bastó una chiripiolica de Gaya, nuestra madre tierra, que con una cosecha de unas lluvias torrenciales en menos de 24 horas ahogó autopistas y garajes y los cientos de Ferrari y Lamborghini y todos los carros más caros que los ricachones de la casta más alta del dinero, literalmente del oro, tienen parqueados en garajes subterráneos que se han inundado completamente. Digo del oro porque en Dubái funcionan unos cajeros automáticos para comprar oro puro en pequeños lingotes. Repito: estos grandes arquitectos y famosos hacedores de superproyectos pagados a millones de dólares deben haber sentido un poco de vergüenza viendo la catástrofe de 24 horas de tempestad irrespetando sus obras más modernas de ingeniería civil. “Pero ya tenemos un presunto culpable de estas lluvias atípicas la famigerata siembra de nubes, los seres humanos comenzaron a utilizar productos químicos para potenciar la capacidad de las nubes de liberar lluvia y nieve hace décadas, y la tecnología está ganando nuevo impulso a medida que el cambio climático hace que algunas regiones sean más cálidas y secas”. Si bien es popular en países como Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos, la siembra de nubes sigue siendo controvertida porque puede tener consecuencias no deseadas como demasiada lluvia o una mayor contaminación. Pero esta es como una excusa para distraer del verdadero problema y es un problema estructural casi filosófico: la voluntad de hacer impactos visuales exteriores, olvidando los servicios propios de una metrópolis como Dubái. El debate sobre la modificación y el control del clima geoingeniería del planeta se ha intensificado a medida que las tecnologías limpias y los recortes resultan insuficientes para detener el calentamiento global. “Los aviones o los generadores terrestres estimulan las nubes existentes inyectándoles partículas de sal o yoduro de plata, que forman cristales de hielo que se condensan en lluvia o nieve, según la altitud”. Según la Organización Meteorológica Mundial, la siembra puede aumentar la lluvia de una nube individual hasta en 20% en condiciones climatológicas óptimas. Naturalmente, los noticieros internacionales nos mostraron la bufera en la tierra de los ricos, pero la verdadera tragedia está en el personal de servicio que vive hacinado en una minúscula mansión. Pensar en Dubái es pensar en lujos: hoteles, autos deportivos únicos, dinero, turismo cerca de las playas artificiales, vuelos en helicóptero para moverse en la ciudad, todo es ostentoso, y no es decirlo de forma fortuita, Dubai posee la torre Burí Califa, el rascacielos más alto del mundo con 830 metros de altura. Pero en medio de todo este mundo de lujos, hay un lado que no todos conocen: el de la mano de obra, los proletarios y pobres de la región. Ellos viven afuera de la ciudad, en un lugar llamado «Sonapur», nombre no oficial, y constituyen el 85% de la población total de Dubái. No todo es oro.

QOSHE - Capitalismo pasado por agua - Salvatore Basile Ferrara
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Capitalismo pasado por agua

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24.04.2024

Qué papelón hicieron los hipercapitalistas de Dubái, los grandes arquitectos que construyeron a la ciudad dorada cuyos rascacielos parecen unos dedos metidos en el ojo de Dios. Bastó una chiripiolica de Gaya, nuestra madre tierra, que con una cosecha de unas lluvias torrenciales en menos de 24 horas ahogó autopistas y garajes y los cientos de Ferrari y Lamborghini y todos los carros más caros que los ricachones de la casta más alta del dinero, literalmente del oro, tienen parqueados en garajes subterráneos que se han inundado completamente. Digo del oro porque en Dubái funcionan unos cajeros automáticos para comprar oro puro en pequeños lingotes. Repito: estos grandes arquitectos y famosos hacedores de superproyectos pagados a millones de dólares deben haber sentido........

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