Siempre admiré a Augusto. Tenía enorme simpatía. Dueño de un saludo jovial y el apunte adecuado para cada ocasión. Haber transitado en la política al lado de Rafael Vergara Támara le permitió ejercitar su vocación de servicio a la gente. Vergara tenía un estilo campechano que se alimentaba de pueblo. Beltrán se formó en esa escuela, tenía condiciones para el proselitismo político y era versátil orador, listo para toda plaza. Recuerdo un discurso en el que contó la presumible deserción de una líder en Marialabaja. Terminó diciendo: “En asuntos de mujeres tengo una ley muy bien aprendida, yo quiero a la que me quiere y olvido a la que me olvida”. Vergara lo aplaudía. Esa misma líder explicó que no era ella la desleal, sino su esposo. En una visita de Vergara al pueblo, la mujer llamó a su marido, que estaba en el patio, y en tono beligerante le advirtió que de seguir los coqueteos con Marún Gossaín, no volvía ver lo que más le gustaba. Santo remedio.

Hice parte de su gabinete en la gobernación, última por decreto presidencial. El poeta Turbay era su secretario general. Los sábados había reunión en 3 Estrellas “Pontezuela”, al culminarlas pasábamos a las tertulias. En una de ellas, de pronto nos avisaron que un señor se había varado justo frente a la finca. Resultó ser Carlos Murgas, directivo de Fedepalma, quien tenía una importante reunión en Cartagena con Andrés Pastrana. Su carro, un deportivo rojo MG, lo empujaron los trabajadores de Augusto y lo parquearon. Murgas pidió un whisky y se integró a la reunión. En la emoción de aquel momento tan especial, llamó Murgas a Pastrana y le dijo: “¡Aquí varado en la Cordialidad, Augusto Beltrán me ha salvado la vida!, estoy recibiendo de estos amigos fisioterapia para el alma, nos vemos mañana en Las Américas”. Beltrán y el poeta, felices. Solo tengo agradables recuerdos de Augusto. Como amante del bolero, disfrutó de la guitarra de Sofronín y de la voz de Cenelia. Su cuñada, Alcira Segrera, era intérprete de música cubana, tan cercana a sus ancestros. Fue una voz que vibró en aquellas reuniones.

Le pedí un comentario sobre mi libro “Manga en el portal de mis recuerdos”. Tuvo la gentileza de hacerlo. Lo llamó: “Una fiesta del espíritu”. Me siento muy honrado y agradecido. Bonita familia forjaron Augusto y Ana María. Excelentes sus hijos Agustico y Any. Ellos crecieron en unidad con cónyuges y nietos. Hace unos meses lo saludé en D’ Silvio, en Bocagrande. Augusto iba cogido de la mano de su esposa, Ana María. Parecían dos tortolitos. Se fue Beltrán y dejó imborrables recuerdos.

QOSHE - Beltrán - Willy Martínez
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Beltrán

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03.04.2024

Siempre admiré a Augusto. Tenía enorme simpatía. Dueño de un saludo jovial y el apunte adecuado para cada ocasión. Haber transitado en la política al lado de Rafael Vergara Támara le permitió ejercitar su vocación de servicio a la gente. Vergara tenía un estilo campechano que se alimentaba de pueblo. Beltrán se formó en esa escuela, tenía condiciones para el proselitismo político y era versátil orador, listo para toda plaza. Recuerdo un discurso en el que contó la presumible deserción de una líder en Marialabaja. Terminó diciendo: “En asuntos de mujeres tengo una ley muy bien aprendida, yo quiero a la que me quiere y olvido a la que me........

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