Estos días se fueron rápido. Cuando jóvenes era un lío. Peleábamos con la novia con injusto pretexto para bailar con cachacas. Al terminar la temporada, como mansos corderos, ‘a pedir cacao’. A veces se convertía en difícil tarea. Las novias, asociadas, ya conocían esas fugas marcadas. Los teléfonos negros, Ericsson, que suministraba Telecartagena, enloquecía a los mayores, y haciendo causa común, las novias formaban un numeroso frente de resistencia. Algunas más agresivas corretearon cachacas y hacían presencia en la cabaña del Caribe, dispuestas a recuperar lo que consideraban suyo. Era común ver una avanzada que diera cuenta del estado del territorio. Si las circunstancias lo exigían, se ordenaba cambio de ruta.

Recuerdo que Juancho Yacamán prestaba a su padre un camioncito 300. En ese vehículo, en una ocasión, transportamos 35 cachacas atrás y la profesora que, exigía ir en cabina. En ese privilegiado cargo puso como condición tener parejo para bailar. Como no era agraciada decidimos rifarla ganando Juancho, mejor dicho, perdiendo. Estando en la discoteca del San Felipe, Yacamán, quien desesperado con su pareja que, además de fea, bailaba sin control, nos amenazó que se iba, que no resistía más. Eso acababa con el programa y se dañaba la noche. Hicimos en la barra rápido acuerdo para turnarnos a la profesora, quien feliz al verse asediada por tantos parejos aumentó su orgullo. La cuenta crecía. Las cachacas pidieron permiso para tomar, la profesora no pudo negarse y como estaba feliz, se descaró empinándose una botella de tres esquinas. Todo iba bien, la profesora mostraba una faceta desconocida por las alumnas y Juancho empezó entonces a reclamar la profesora para él. Se invirtieron los papeles. Ahora, varios peleaban por bailar con la jefa del grupo. Juancho solo quería balada y el disc jockey tenía su programación preparada. Discutió con el empleado, también con el administrador. Al fin, lo complacieron y siguió bailando. Como a las 2 a.m., la profesora metió un grito. Prendieron las luces y empezó a llamar a lista. Estaban todas. No supimos nunca qué pasó. Salimos con el camión completo. En la Torre del Reloj un policía nos detuvo. Pidió papeles, en esos tiempos las reglas eran absurdas, no detenían por tragos ni por llevar pasajeros atrás. Demorando el policía la detención, alguien aviso al viejo Yacamán, quien llegó al lugar. Al ver la fea pareja de Juancho se puso iracundo, nos bajó a todos del camión y él mismo se devolvió manejando. Todos nos fuimos a pie hasta el hotel playa. Por supuesto nunca más nos acercamos por allí. Juancho recuperó el camión días después. En él hicimos viajes más exitosos, con profesoras bonitas y cachacas con PhD.

QOSHE - El camión de Juancho - Willy Martínez
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El camión de Juancho

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10.01.2024

Estos días se fueron rápido. Cuando jóvenes era un lío. Peleábamos con la novia con injusto pretexto para bailar con cachacas. Al terminar la temporada, como mansos corderos, ‘a pedir cacao’. A veces se convertía en difícil tarea. Las novias, asociadas, ya conocían esas fugas marcadas. Los teléfonos negros, Ericsson, que suministraba Telecartagena, enloquecía a los mayores, y haciendo causa común, las novias formaban un numeroso frente de resistencia. Algunas más agresivas corretearon cachacas y hacían presencia en la cabaña del Caribe, dispuestas a recuperar lo que consideraban suyo. Era común ver una avanzada que diera cuenta del estado del territorio. Si las........

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