En la casa Covo, de niño, jugué en los patios cargados de mangos y nísperos. Mención aparte hago de las guindas, porque allí probé las más deliciosas y exóticas de Manga. Me dicen Giomar y Raquel que aún existen. Son árboles centenarios, frondosos y de generosas cosechas. Con los primos Jorge Enrique, Gustavo, Rodrigo y Alonso, jugábamos por unos túneles que ellos hicieron emulando a piratas y filibusteros, cuyos proyectiles eran montones de guindas e icacos. Los fusiles eran palos de escobas y los cañones unos viejos troncos que arrumó en el patio Rafael Quezedo, el vitalicio conductor de don Víctor Covo.

El libro escrito por Raquel Ochoa Covo de Serrano resulta ser un testimonio familiar de amor. Recoge las memorias de su abuela, Josefina Tono de la Espriella, donde relata los amores que tuvo con Víctor Covo Iglesias. Él se deleitaba viéndola pasar con los libros de piano bajo el brazo. Se hizo querer por los padres de ella tanto que decían: “Víctor, buen mozo y de carita bonita”. Y en otra ocasión: “Tú estás muy pechichona porque Covo te consiente mucho”. En la retreta del parque Bolívar tuvo Covo una larga charla con Josefina, le confesó estar muy enamorado. Y le pidió matrimonio. A los pocos días, en una carta, ratificó con solemnidad su amor y esperó ser correspondido.

Su mamá, viéndola resuelta, le recomendó utilizar la frase “favorable” y así lo hizo. Pronto comenzó un idilio que culminó en feliz matrimonio. Me conmovió la historia de mi abuela Candé cuando quedó huérfana y junto a sus hermanitos Héctor (fallecido joven), Leonardo, Quique, Luz María y Rafael Edmundo fueron protegidos por su tío Víctor. Candé quedó con ellos, los otros, al cuidado de Lastenia, su hermana mayor. Tuvo Candé una grata niñez y juventud al cuidado de doña Josefina, quien asumió el papel de madre, creció educada por la maestra Hercilia Campillo hasta que apareció en su vida mi abuelo, Rafael Fernández de Lavalle, a quien describe doña Jose con fervientes elogios. Comenta que al matrimonio con Candé llegó en compañía de su primo Miguel Gómez Fernández destacado dirigente del Bolívar Grande. Se casaron en la iglesia de Manga y festejaron en la Casa Covo, recién inaugurada.

Cuando visito esa bella joya arquitectónica, tan bien preservada por el almirante Serrano y Raquel Ochoa Covo, vienen a mis recuerdos los cuentos referidos por Candé. Los que recreo a cada momento con nuestros primos Covo, tan cercanos a la poesía, a la historia, el canto y el amor.

QOSHE - La Casa Covo y los abuelos - Willy Martínez
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La Casa Covo y los abuelos

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27.12.2023

En la casa Covo, de niño, jugué en los patios cargados de mangos y nísperos. Mención aparte hago de las guindas, porque allí probé las más deliciosas y exóticas de Manga. Me dicen Giomar y Raquel que aún existen. Son árboles centenarios, frondosos y de generosas cosechas. Con los primos Jorge Enrique, Gustavo, Rodrigo y Alonso, jugábamos por unos túneles que ellos hicieron emulando a piratas y filibusteros, cuyos proyectiles eran montones de guindas e icacos. Los fusiles eran palos de escobas y los cañones unos viejos troncos que arrumó en el patio Rafael Quezedo, el vitalicio conductor de don Víctor Covo.

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