Luego de casi dieciséis meses del actual gobierno, las cosas no mejoran y, por el contrario, algunos indicadores empeoran en sectores como el económico, que decreció; el político, donde no hay consensos sobre las reformas sociales, y la paz total, que cada vez pierde legitimidad y apoyo popular. Sin duda, la falta de experticia, las improvisaciones y el desgreño administrativo le pasan factura al Gobierno, pero, especialmente, el fundamentalismo ideológico y las incoherencias políticas que lo tienen con un índice de desaprobación altísimo y una impopularidad patentizada en los eventos públicos y deportivos. La respuesta del presidente no ha podido ser más sensata y oportuna en los tres frentes.

En el económico, reuniéndose con los empresarios, a quienes hasta hace poco acusaba de “esclavistas” y que dejó -según el presidente- un acuerdo en temas como educación, productividad, desarrollo territorial y economía popular. Nadie duda que el país requiere poner límites a la avaricia y a la codicia de algunos sectores económicos, pero la salida no es aplicar a raja tabla los dictámenes (asistencialista-estatalista) del grupo de Puebla y del Foro de Sao Pablo, que lo único que han producido en Latinoamérica es miseria y pobreza igualitaria, aunque unos sean más iguales que otros como en Argentina, Venezuela, Cuba, Nicaragua, etc. Hoy es un suicido jugar por fuera de la economía de mercado (lo hacen los chinos), lo que debe hacer el Gobierno es redireccionarla para incluir nuevos sectores y segmentos sociales excluidos.

En lo político, reuniéndose con el expresidente Uribe, que en principio manda el mensaje de un gobierno que quiere concertar sus reformas con el otro casi 50%, que no votó por el presidente, pero que está representado en el Congreso. El presidente no debe olvidar que ganó porque de ese 70% que temía que convirtiera a Colombia en otra Venezuela, un 21% le votó, y lo hizo, precisamente, porque moderó su discurso y habló de un gran acuerdo nacional.

Y en la paz total, remplazando al cuestionado Alto Comisionado para la Paz por Otty Patiño, que le da un aire al proceso y de contera permite liberarlo de la sombra del “pacto de la picota”, pues se trata de un hombre que conoce la lógica de la guerra, que ha dado muestra de respeto por las instituciones y de gran cordura como negociador con el Eln. Aunque es claro que no será suficiente.

Sin duda, la audacia y sensatez del presidente –que espero no sea circunstancial y estratégica– le dará un aire a su gobierno, al país y, especialmente, a la izquierda y centroizquierda, que hoy –como van las cosas– no tiene la más mínima posibilidad de ser opción de poder en el 2026.

*Profesor universitario.

QOSHE - ¿Un giro a la sensatez? - Yezid Carrillo De La Rosa
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¿Un giro a la sensatez?

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25.11.2023

Luego de casi dieciséis meses del actual gobierno, las cosas no mejoran y, por el contrario, algunos indicadores empeoran en sectores como el económico, que decreció; el político, donde no hay consensos sobre las reformas sociales, y la paz total, que cada vez pierde legitimidad y apoyo popular. Sin duda, la falta de experticia, las improvisaciones y el desgreño administrativo le pasan factura al Gobierno, pero, especialmente, el fundamentalismo ideológico y las incoherencias políticas que lo tienen con un índice de desaprobación altísimo y una impopularidad patentizada en los eventos públicos y deportivos. La respuesta del presidente no ha podido ser más sensata y........

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