Uno de los problemas acuciantes de esta cultura narcisista y posmoderna es cómo ser feliz en un mundo que ha sustituido el sentido de la vida por las sensaciones, el consumismo hedónico y la adicción a las redes sociales. Muchas investigaciones han mostrado que hoy no somos más felices porque tengamos más opciones para elegir, más bien, esa situación nos mantiene en una permanente insatisfacción, lo que eleva nuestros niveles de cortisol, estrés, ansiedad y depresión. Se ha demostrado que la pobreza no es necesariamente sinónimo de infelicidad, a menos que se sea extremadamente pobre; por el contrario, si se tiene lo necesario, el aumento de riqueza hasta cierto punto puede generar satisfacción.

Martin Seligman, autor del libro “La auténtica felicidad”, señala que si bien no se puede definir la felicidad, es posible descomponerla en tres elementos científicamente medibles: la vida de placer, que nos remite a nuestro yo individual; la vida comprometida con los otros (la pareja, la familia, los amigos), que presupone fluir con los demás y estar inmerso en las cosas; finalmente, el sentido de la vida, que exige saber cómo encajamos en el mundo y como servimos a un propósito más grande que el nuestro; por tanto, la fórmula de la felicidad se traduce en una vida agradable, una vida comprometida y una vida con significado.

Marian Rojas, autora del libro “Cómo hacer que te pasen cosas buenas”, afirma que la felicidad tiene que ver con el sentido que le damos a nuestras vidas, pues la felicidad no es lo que nos pasa, es la interpretación que hacemos de eso que nos pasa; señala, además, que el único antídoto ante el sufrimiento es el amor: a la pareja, a la familia y a los amigos, pero, fundamentalmente, el amor a nosotros mismos, a nuestros ideales (Ej. Mandela) y a nuestros buenos recuerdos, como muestra Viktor Frankl en su libro “El hombre en busca de sentido”.

La autora recomienda para conectar con la felicidad: primero, conocerse a sí mismo, para comprenderse, aceptarse y superarse; segundo, evitar el perfeccionismo y aceptar el fracaso (Ben-Shahar, profesor de psicología positiva en Harvard sostiene: “Si quieres triunfar y ser más feliz, tienes que empezar por fracasar el doble”); tercero, tener sueños y traducirlos a metas y objetivos, para evitar que sean solo eso, sueños; cuarto, trabajar la voluntad, la paciencia y la perseverancia; quinto, ser asertivo (justo medio entre la pasividad y la agresividad), para saber cuándo decir “sí” y cuándo decir “no”; sexto, desarrollar y utilizar la inteligencia emocional para conectarnos con nosotros (autoconciencia), para tener propósitos (automotivarnos), para crear empatía (cognitiva y emocional) y para vincularnos con los otros (compasión); finalmente, educarnos en el optimismo, porque la felicidad también se aprende.

*Profesor universitario.

QOSHE - El arte de ser feliz - Yezid Carrillo De La Rosa
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El arte de ser feliz

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20.01.2024

Uno de los problemas acuciantes de esta cultura narcisista y posmoderna es cómo ser feliz en un mundo que ha sustituido el sentido de la vida por las sensaciones, el consumismo hedónico y la adicción a las redes sociales. Muchas investigaciones han mostrado que hoy no somos más felices porque tengamos más opciones para elegir, más bien, esa situación nos mantiene en una permanente insatisfacción, lo que eleva nuestros niveles de cortisol, estrés, ansiedad y depresión. Se ha demostrado que la pobreza no es necesariamente sinónimo de infelicidad, a menos que se sea extremadamente pobre; por el contrario, si se tiene lo necesario, el aumento de riqueza hasta cierto punto puede generar satisfacción.

Martin........

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