Ser “progresista” está de moda entre los intelectuales, políticos, profesores y activistas, pero ¿qué es el progresismo? ¿Cuándo se inicia, cómo evoluciona y cuáles son sus postulados? Y, lo más importante: ¿es siempre progresista el “progresismo”?
En sus inicios, el “progresismo” fue una filosofía/doctrina social, vinculada al pensamiento ilustrado europeo que supuso que la razón, la ciencia y el desarrollo tecnológico mejorarían la sociedad en lo económico, lo moral y lo político; por ello, supusieron que el futuro será siempre mejor que el pasado y que el cambio siempre es positivo.
En cuanto ideología política, el progresismo se consolida en el siglo XIX, asociado al ideario liberal y socialista – defensores de la razón, la ciencia y los cambios sociales y económicos- y en oposición a la ideología conservadurista -defensora de la tradición, la religión y el statu quo-. Posteriormente -y como consecuencia de los desarrollos teóricos de la Escuela de Frankfurt y las tesis posmodernas deconstruccionistas y relativistas- va a surgir un nuevo progresismo de izquierda que -paradójicamente- reniega de los ideales de la razón y de los valores universales. Desde entonces y hasta ahora, las grandes banderas del progresismo no son solo la de la socialdemocracia, sino también la lucha por la legalización de las drogas, la interrupción voluntaria del embarazo, el matrimonio igualitario, el reconocimiento y ampliación de derechos de las minorías étnicas y raciales, el feminismo, el ambientalismo, el animalismo, la ideología de género, etc.
Es importante precisar que no toda izquierda es progresista, ni todo progresismo es de izquierda, también hay un progresismo de centro izquierda (socialdemocracia) y de centroderecha (el libre-progre) y algunos hablan de un progresismo de derecha. En Latinoamérica este término ha acaparado el imaginario de la izquierda política, lo cual trae un problema adicional pues se mezclan ideologías, posturas y prácticas políticas contradictorias (peronismo, populismo, socialdemocracia, wokismo y autoritarismo chavista y sandinista), lo que en ocasiones conduce a deslegitimar al autentico progresismo.
En todo caso, en nuestro contexto doméstico el progresismo tiene tres expresiones. Una versión moderada y profundamente democrática, que designa aquellos movimiento y partidos políticos que defienden una visión amplia de los derechos humanos y fundamentales, la profundización de los mecanismos de participación política, la igualdad (legal, derechos, oportunidades) y la redistribución de la riqueza. Una versión radical y dogmática, que designa aquellos movimientos radicales que defienden un sistema de creencia cuasireligioso y asumen posturas recalcitrantes sobre la idea de lo “políticamente correcto” dividiendo la sociedad en buenos y malos, usualmente valiéndose de un discurso ambiguo e impreciso y la mayoría de la veces pseudocientífico. Finalmente, una versión autoritaria y antidemocrática encarnada por aquellos que se “autodesignan” progresistas, aunque en realidad no lo sean y cuyo único propósito es mantenerse en el poder (caso de Venezuela y Nicaragua).
*Profesor universitario.
La ideología progresista
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09.03.2024
Ser “progresista” está de moda entre los intelectuales, políticos, profesores y activistas, pero ¿qué es el progresismo? ¿Cuándo se inicia, cómo evoluciona y cuáles son sus postulados? Y, lo más importante: ¿es siempre progresista el “progresismo”?
En sus inicios, el “progresismo” fue una filosofía/doctrina social, vinculada al pensamiento ilustrado europeo que supuso que la razón, la ciencia y el desarrollo tecnológico mejorarían la sociedad en lo económico, lo moral y lo político; por ello, supusieron que el futuro será siempre mejor que el pasado y que el cambio siempre es positivo.
En cuanto ideología política, el progresismo se consolida en el siglo XIX, asociado al ideario liberal y socialista – defensores de la razón, la ciencia y los cambios sociales y........
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