Mientras tanto llovía. Caminaba junto al erial frente al colegio a la hora de comer entre un mar de paraguas y botas katiuskas, de mochilas y de correteos hacia una hilera de coches aparcados en doble fila. Los agentes de la ORA hacían su agosto, arremolinándose junto a cada coche recién apartado como cuando lanzas un cacho de carne a un acuario con pirañas. Una niña rubia con trenzas llevaba a su hermano pequeño de la mano, cobijados bajo el común de los paraguas en dirección a mi edificio. Eran los hijos de mis vecinos, que son un matrimonio algo mayores que yo, pero de la misma quinta. De principios de los noventa, vaya. Somos más jóvenes que el edificio en el que vivimos.

Aunque una -gran- parte de mí no se siente preparada para ello, hay una pulsión interna que me hace tenerles un poquito de envidia sana. Son jóvenes y guapos, aunque no más que yo, y tienen una casa en propiedad -pero yo vivo en el ático y ellos en el cuarto- y tienen dos hijos preciosos y un coche de alta gama. En fin, envidia sana aunque envidia igualmente, ya sabéis, pero son buena gente y buenos vecinos y no puede pedírsele más a un par de desconocidos como ellos.

QOSHE - Bertín Osborne y la transición demográfica - Aldo Conway
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Bertín Osborne y la transición demográfica

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06.01.2024

Mientras tanto llovía. Caminaba junto al erial frente al colegio a la hora de comer entre un mar de paraguas y botas katiuskas, de mochilas y de correteos hacia una hilera de coches aparcados en doble fila. Los agentes de la ORA hacían su agosto, arremolinándose junto a cada coche recién........

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