Hace poco, recordando los primeros años de la Semana Negra de Gijón –aún en el siglo XX–, se me ocurrió pensar en cómo era levantarse por las mañanas y comprar el periódico A quemarropa, que se publicaba todos los días del festival, con el programa, artículos, noticias y fotos de lo sucedido el día anterior. La ciudad se llenaba de chicos y chicas que iban por todos los cafés y los hoteles vendiendo el diario. Todos redondeábamos el precio y eso era lo que los jóvenes ganaban, además de sentir que estaban participando en algo importante y tener la ocasión de conocer a gente interesante, a autores que admiraban, o acercarse a personas que, por lo que fuera, les caían bien. Ganaban ellos, ganaba la imprenta, ganábamos todos: unos en dinero, otros en unión y buen ambiente.

Con los diarios regionales o nacionales pasaba casi lo mismo: una se levantaba, se acercaba al quiosco, compraba la prensa, volvía al hotel y, si de momento no había nadie con quien charlar desayunando, el periódico le hacía compañía al café y la tostada. Ganaban los periodistas, los tipógrafos, los distribuidores, los quiosqueros… y luego el papel, al final del día, servía para embalar cosas.

QOSHE - Hacernos idiotas - Elia Barceló
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Hacernos idiotas

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05.03.2024

Hace poco, recordando los primeros años de la Semana Negra de Gijón –aún en el siglo XX–, se me ocurrió pensar en cómo era levantarse por las mañanas y comprar el periódico A quemarropa, que se publicaba todos los días del festival, con el programa, artículos, noticias y fotos de lo........

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