Más que de los límites del humor, habría que hablar de los límites del chistoso. Entre catástrofes y desastres, contra viento y marea, España ha dado toda la vida más chistosos que humoristas. También se le llama el gracioso. Igual que, entre nosotros, al poseedor de un motocarro se le ha considerado un industrial (eso le decía Manuel Alexandre a Cassen en Plácido), a quien cuenta chistes le damos trato de humorista.

A diferencia del chistoso, un humorista no pretende hacer gracia, ni tampoco hacer reír. Por eso Chumy Chúmez era un humorista (y de los grandes), y no un chistoso. Hacer reír era el digno propósito (y siempre conseguido, y de largo) de Gaby, Fofo, Miliki, Fofito y Milikito, con la brillante colaboración del señor Chinarro. Fueron los más queridos en su género, si no los mejores. Pero no es lo mismo un payaso que un humorista. Un humorista se deprime cuando ve que su trabajo despierta carcajadas, ya que no busca provocar la risa, sino el repelús. La risa es para que no duela. Por esta razón, siempre se pide la cabeza del humorista y nunca la del chistoso. No perdonamos que nos sacudan los principios.

QOSHE - Los límites del chistoso - Javier Pérez Andújar
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Los límites del chistoso

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03.04.2024

Más que de los límites del humor, habría que hablar de los límites del chistoso. Entre catástrofes y desastres, contra viento y marea, España ha dado toda la vida más chistosos que humoristas. También se le llama el gracioso. Igual que, entre nosotros, al poseedor de un motocarro........

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