Fieles a la tradición cristiana que considera que el trabajo es una maldición bíblica y a la vez camino de santidad, los sectores más conservadores de la sociedad española siempre están dispuestos a condenar al parado o, al menos, a sumar un poco más de sacrificio y dolor al hecho de no tener un trabajo y un sueldo dignos. A cambio del enorme chollo de cobrar 480 euros mensuales de subsidio, qué menos que castigar al que no tiene (aunque quisiera) que madrugar todas las mañanas, coger el transporte público y pasarse 8 horas en una oficina, un taller o detrás de una barra. Para tener derecho a ese exiguo subsidio hay que sudar sangre y demostrar, con la humildad que ha de tener el que recibe una “paguita” del Estado, que no te has acomodado a vivir sin dar palo al agua y riéndote del sistema y de la España que madruga, da el callo y levanta el país con el sudor de su frente. Un parado no es solo superfluo y pobre, es además un elemento subversivo, desagradecido y aprovechado que tiene que ser castigado con cierta frecuencia.

En este ambiente en el que el parado es un elemento sospechoso, el Ministerio de Trabajo presentaba esta semana el nuevo proyecto de subsidio decreciente —que lo elevaría hasta el 110% del Iprem los primeros seis meses (660 euros al mes); hasta el 90% los seis meses siguientes (540 euros) y se mantendría en los actuales 480 euros (80% del Iprem) el tiempo restante de derecho a la prestación, hasta los 30 meses como máximo—. Si consideramos que una persona debe ingresar al menos 800 euros al mes para no estar en una situación de pobreza severa, el subsidio no parece ningún aliciente para no buscar trabajo. Nick Srnicek y Alex Williams, autores de Inventar el futuro. Poscapitalismo y un mundo sin trabajo, ya advertían de la falsa dicotomía del eje trabajo o pereza, impresa a fuego en la mentalidad occidental. Quedarse en paro es humillante y golpea directamente la autoestima y el concepto de identidad. Te deja, como diría el presidente Pedro Sánchez, sin Tierra firme, sin lugar en el mundo. No solo por el dinero que dejas de ganar, que es lo principal y lo que te permite dar de comer a tus hijos, ponerte un implante dental o encender la calefacción. También por el desgaste personal que se soporta al acumular un mes detrás de otro de rechazos y olvidos. El oficio está fuertemente ligado a nuestra identidad y a medida que pasan los años, tu itinerario profesional es el indicador de tu éxito o fracaso en la vida. “La carrera profesional es la principal fuente de confianza o inseguridad, de satisfacción personal o autorreproche, de orgullo o de vergüenza”, escribía el sociólogo Zygmunt Bauman en Trabajo, consumismo y nuevos pobres.

QOSHE - Si estás en paro es porque quieres - Raquel Marcos Oliva
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Si estás en paro es porque quieres

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10.12.2023

Fieles a la tradición cristiana que considera que el trabajo es una maldición bíblica y a la vez camino de santidad, los sectores más conservadores de la sociedad española siempre están dispuestos a condenar al parado o, al menos, a sumar un poco más de sacrificio y dolor al hecho de no tener un trabajo y un sueldo dignos. A cambio del enorme chollo de cobrar 480 euros mensuales de subsidio, qué menos que castigar al que no tiene (aunque quisiera) que madrugar todas las mañanas, coger el transporte público y pasarse 8 horas en una oficina, un taller o detrás de una barra. Para tener derecho a ese exiguo subsidio hay que sudar sangre y demostrar, con la humildad que ha de........

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