Si alguna virtud tiene Javier Milei, el presidente electo de Argentina, es que no ha mentido demasiado a sus votantes. Ha sido de los pocos en contar cómo iba a despojar a los ciudadanos de derechos y pertenencias. Dado que el país iba mal –y eso es cierto, por culpa de dirigentes anteriores como su principal asesor Mauricio Macri sin ir más lejos– se trataba de tomar medidas drásticas. “No hay plata”, dijo, no hay plata para todos, le faltó concretar. O no toda la de que algunos quieren hacer acopio. Así que se prescinde de los más desfavorecidos para que vivan los otros, muchos de ellos a cuerpo de rey. Prescindir en el más exacto sentido de la palabra. Y millones de víctimas le votaron.

Otros dirigentes mienten como si tuvieran en lugar de boca una máquina expendedora de falsedades. Trump o nuestros Ayuso y Feijóo están en la cumbre de esta práctica. Entre otros. Sus trolas, sin embargo, son tan burdas -ya saben- que se ven a la legua a poco interés que se tenga. El principio de la “burdez” –para entendernos– tiene ese punto de desfachatez que implica una cierta burla del engañado, su culpabilidad implícita por tragar lo intragable. Es como el timo de la estampita. De ahí que se dé más en tiempos de estupidez. Y vivimos en una de sus épocas de mayor esplendor.

QOSHE - El rol de la fama en la Era de la estupidez - Rosa María Artal
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El rol de la fama en la Era de la estupidez

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10.01.2024

Si alguna virtud tiene Javier Milei, el presidente electo de Argentina, es que no ha mentido demasiado a sus votantes. Ha sido de los pocos en contar cómo iba a despojar a los ciudadanos de derechos y pertenencias. Dado que el país iba mal –y eso es cierto, por culpa de dirigentes anteriores como su principal asesor Mauricio........

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