Los gallegos han acuñado una expresión para las centollas que alerta sobre su calidad. Dicen “é un dos nosos” o simplemente “os nosos” cuando quieren decirse entre ellos que el crustáceo en cuestión no es de otras latitudes; o sea, que su calidad está garantizada. Bien es verdad que como ocurre con los pimientos de Padrón, que “uns pican e outros non”, la mayoría de las centollas que se sirven en Galicia, y prácticamente todas las que se consumen en el resto de España, no son gallegas. También Arnaldo Otegui, el filoetarra dirigente de Euskal Herria Bildu (EHB), es decir, de “reunir al pueblo vasco”, dijo cuando el fallecimiento de Xabier Arzalluz, en febrero de 2019, lo siguiente: “para mí era de los nuestros”. También Otegui se refería a la “calidad” de Arzalluz, homologando, en definitiva al PNV, con los que se agrupan en torno a la coalición separatista. En este caso el “os nosos” gallego se transformaría, conservando el sentido, en “gutako bat zen” (era de los nuestros).

Centollas o terroristas, ¿qué más da?, lo que marca calidad es que “sean de los nuestros”. Al fin y al cabo, la palabra “abertzale”, que se aplica con fruición a terroristas en particular y a separatistas en general, significa literalmente “patriota”. Otegui, recordémoslo, es “un hombre de paz” para el presidente Rodríguez Zapatero. ¡Es la óptica estúpidos! ¡El cristal con qué se mira!, habría que gritar adaptando la famosa exclamación referida a la economía, que repetían los partidarios de Bill Clinton durante la campaña electoral contra George Bush. Pero, no crean ni por un momento que estos procederes son cosa nuestra, nada de eso. Sería perder de vista y minusvalorar hechos tales como la concesión conjunta del Premio Nobel de la Paz a Yasser Arafat, palestino, y a Isaac Rabin, israelita, paisanos (ambos nacieron en Jerusalén), notables terroristas y héroes indiscutibles para los suyos; “os seus”, que dirían los gallegos.

La marcha de los acontecimientos, estas consideraciones del antes y el ahora y, más que nada, los silencios cómplices de EHB con la oligarquía que nos gobierna, me dan que pensar. Puestos a amnistiar y consumados los traspasos al Gobierno vasco de las competencias penitenciarias, ¿cuesta tanto extender hasta los terroristas las complacencias tenidas con los golpistas? Total, no hay más que acabar de colocar a quien convenga donde convenga, como en el Constitucional, para paliar los inconvenientes.