La Inteligencia Artificial es otro síntoma de nuestra época: una herramienta poderosa que viene a ser la clave de arco de una nueva civilización. Pero parte de dos errores conceptuales que además son inevitables; el primero repetido a lo largo de la Historia como un chorizo malo: no va ayudar al conocimiento, lo va a cambiar (ya lo está haciendo) no sé si para mejor o peor, pero ya está desvirtuando lo que hasta ahora hemos llamado conocimiento; segundo, es que no es conocimiento de verdad, sino el desarrollo de una idea parcial del conocimiento.

Que pueda resumir, sintetizar, reunir, clasificar, relacionar trillones de datos a velocidades supersónicas es confundir el rábano con las hojas, porque ciertamente la sabiduría humana usa esto (raquítica en comparación) pero no es eso, lo que importa es el proceso para conseguirlo, que genera y modela la complejidad de nuestras redes neuronales y por tanto va construyendo un criterio que no para de cambiar a lo largo de la vida (de cada vida singular) y que está en retroalimentación permanente con el medio, lo que garantiza su impredecibilidad, no por la libertad (idea religiosa) sino por el caos que llamamos Naturaleza. Un individuo se está modificando a sí mismo permanentemente y si se puede conseguir que un ordenador (no binario como los actuales) haga eso, habremos probado al fin que los humanos sólo somos ordenadores de ese estilo, pero es cuestión de sexo. Un ordenador puede replicarse, mas ¿reproducirse?

Con cada ser humano la cuenta empieza de nuevo, nosotros no acumulamos los datos sino que les damos la vida que nos-les toca vivir

Con cada ser humano la cuenta empieza de nuevo, nosotros no acumulamos los datos sino que les damos la vida que nos-les toca vivir. La singularidad humana no está en su capacidad de cálculo amontonada, en su racionalidad apilada, eso sólo interesa al mercado porque es algo explotable, predecible, organizable, lo llamamos progreso, tecnología, ahora también salud y ya, la repanocha, conocimiento. Pero eso no es lo humano: humano es querer morir por puro hastío, usar el cuerpo de otra persona incluso per angostam viam, la risa que nos causa la caída brutal del otro, esa zona oscura violenta originada por frustraciones que ni recordamos, el rencor, la venganza, el cariño límbico a primera vista, el deseo y los mecanismos para satisfacerlos, la constante búsqueda de la aprobación y del afecto de los demás, la fragilidad y la lágrima, la emoción sin sentido, la suciedad voluntaria, la satisfacción o no con el clima o con otros animales...

Confundir lo humano con una sola capacidad suya, la memoria para el dato y el cálculo consiguiente, es canalizar (interesadamente) lo que nos constituye para que no se pueda desbordar, y ésta es la gran revolución en marcha, oh sorpresa, el control ejercido por una deriva cada vez más potente de la monetización de nuestros deseos para así explotar a una gran mayoría desfragmentada y sin criterio, con una élite que en parte protestará y en parte colaborará, todo cambiado para que nada cambie, vaya novedad, insisto. El ser humano continuará cagando, amando, sufriendo, penetrando o siendo penetrado, chupando fluidos o golpeando o siendo piadoso, la única innovación es que el conocimiento nuevo no partirá del mundo real sino del de la propia IA y eso generará (ya está) una frustración y ansiedad personales mucho mayores, por la pérdida de esas referencias del sentido común y la vida, ése no es el mundo de nuestra vida.

Nos falta masa crítica intelectual capaz de responder, porque esa intelectualidad tiene su duodeno satisfecho

Nos falta masa crítica intelectual capaz de responder, porque esa intelectualidad tiene su duodeno satisfecho y la consecuencia de sus ideas: se la pela. No reflexiona sobre la estructura, sino que la rellena, como a un pavo. Sin dramas: Vamos al mismo mundo de mierda del que venimos, la pregunta legítima es si merece la pena.

Una persona trabaja con un ordenador.

Decía Heráclito que mucha erudición no da sabiduría, y acto seguido nombraba con cierta guasa a los “sabios” de su época... La IA, estamos sosteniendo, es el desarrollo parcial de una parte del conocimiento humano. Por tanto, no equivale ni puede constituir sabiduría de forma plena ni siquiera cuantitativamente. Y no hago de paleto, sé perfectamente que puede simular y llegar a pasar por “sabia” y que su papel como herramienta de investigación va a ser un aumento exponencial de la capacidad para generar resultados...

Vivir mejor no es necesariamente algo ligado a la tecnología o a una longevidad forzada como fines en sí mismos

Nuestra duda es doble: ¿Necesitamos una vacuna contra esta invasión previsible de nuestra voluntad y cuál sería ese remedio en caso de necesidad? Yo contemplo la existencia de una inversión en el significado de la palabra conocimiento; mirar al futuro, proponer la novedad, ansiar el progreso, es lo más retrógrado y conservador, mientras que mirar al pasado, rebuscar en la arqueología de las ideas nos proporciona una utilidad para vivir mejor, y esto es el progreso auténtico, vivir mejor no es necesariamente algo ligado a la tecnología o a una longevidad forzada como fines en sí mismos. Vamos a explicar.

La Cultura, hoy agonizante, es una superposición por sedimentación de simbologías variadas a lo largo del tiempo. El significado pasado está ahí, pero oscurecido u oculto bajo los restos de estratos de construcciones posteriores, cuanto más atrás más deformado, mezclado y difícil de distinguir pero más cercano al origen de nuestra singularidad humana; entenderlo es entendernos, bucear en esa búsqueda constante de la interacción con el medio natural del que somos integrantes (y por tanto igualmente causas y efectos) es aceptar y desarrollar la capacidad de búsqueda del placer, entendido como supervivencia y rechazo del sufrimiento. No hay más, ése es el animal de fondo que dijo aquél, ese inconsciente que nombró el otro, ése es el sistema límbico como soporte de la maravilla química que la duplicación de un ácido nucleico ha generado, nada diferente de la capacidad de oxidarse de una pieza de hierro.

Comprender la simpleza y la grandeza del macrocosmos y el microcosmos humano ha sido la meta de la Cultura indagadora y útil a lo largo de todo tiempo y de las diferentes civilizaciones. La sabiduría ha tenido esa parte permanente de arqueología, de análisis en busca de las estructuras para poder construir de verdad sobre lo que nos importa. Hasta ahora, el conocimiento del pasado ha sido la base para esta construcción del presente (que parece futuro). La Cultura era erudición a la violeta o sabiduría, no había más, con las dificultades que vivir pone por delante; siempre ha existido una consciencia crítica que sabía revelar los intereses.

No hay tecnología sin beneficio económico y eso supone la asunción automática de los sistemas de sometimiento y dominio vigentes

Por contra, la tecnología se ha amparado en las estructuras activas del conocimiento que prescinden del pasado y la indagación, asumiendo los intereses y transformando la inteligencia humana en un ente insensible, no emocional, mecánico, despiadado y, curiosamente, atribuyéndose la idea de un falso progreso benéfico cuya consecución supone la destrucción de la Naturaleza... Sencillamente consiste en su negación. Siempre es así, no es una novedad, aunque nuestra potencia tecnológica hoy nos coloque más cerca del precipicio. No hay tecnología sin beneficio económico y eso supone la asunción automática de los sistemas de sometimiento y dominio vigentes. No es verdad que toda ciencia implique un compromiso con lo humanístico, la ingeniería de la guerra y sus métodos son un crimen en sí mismos que sólo se justifica desde dentro de un sistema perverso que la necesita y eleva a “normalidad”, a disciplina de la razón, esto es, a ingeniería; nuestra Universidad cuando se escora al mundo laboral se convierte en arma del capital irracional. Si el conocimiento no tiene como objetivo definir y evitar el sufrimiento, bajo la apariencia de aportar bondades, puede estar multiplicándolos, como de hecho ha ocurrido y ocurre (y esa Universidad coadyuvando a ello).

Lo humano se enfrenta a esta aporía; lo inevitable tecnológico es el final del soporte que lo generó, lo humano.

Yo creo necesario rechazar, defendernos de la IA, pero no para evitarla, eso es imposible, sino porque igual que hay y habrá colaboracionistas del poder vigente, constantemente hay resistencia a estas imposiciones, hay que resistir reivindicando el Humanismo (la dignidad, los derechos, el conocimiento y el placer) frente a la pérdida de los referentes naturales derivados hacia símbolos desvirtuados por teologías que se transforman en psicopatías teóricas, alteraciones de la percepción de la Naturaleza, fanatismos y religiones organizadas de carácter criminal (y disfrazadas de paz). Como apuntó certeramente Nietzsche, la inversión de los valores: nada más cerca de la naturaleza que el Humanismo, nada más lejano y espiritualista que la Ciencia.

Rechacemos, aplaquemos, amortigüemos la IA con la arqueología de las ideas

Rechacemos, aplaquemos, amortigüemos la IA con la arqueología de las ideas. Cavando en las diferentes capas de ruinas que conforman lo que somos hasta llegar al meollo del pastel, podemos intentar comprender nuestros motivos, las ansias, volver a lo que supone nuestro sufrimiento: el sexo y la muerte, el amor, la amistad, la convivencia, nuestra incapacidad para entender a los demás a la vez que nuestro lóbulo frontal nos hace emular las sensaciones observadas... No hay mejor Educación que estos estudios; meter en las aulas a este monstruo (si no es para su recepción crítica) es como la gran trola de que sobrevivir a toda costa es una aspiración humana, engaño malévolo que genera beneficios. El Humanismo ha de volver a todos los ámbitos del estudio, debe ser la gran referencia y no lo laboral: ésta es la triaca no por tópica menos útil, la muerte de ésta capacidad de inmersión en el océano de las emociones es la muerte de lo humano...

Así, en cada persona se recrea la Historia completa de la Humanidad, porque estas cuestiones soportan tantas respuestas como seres humanos han vivido, y seguirán ahí porque son lo que somos, la experiencia individual y compartida, y cada cual está condenado, destinado a vivir su vida irrepetible, mejor con las herramientas y las ideas adecuadas, pero ¿no estarán tan cubiertas de escombros que no se puedan ni esbozar con un mínimo de nitidez?

La civilización estadounidense, dominante, convertida en un monetizador universal, ha deformado la idea de la Cultura transformándola en entretenimiento simplote, y así igual con el placer, trocado en lujo; la nuestra ha ido adaptando esta cadencia para todos sus componentes, eso que se ha llamado “liquidez” por no decir “vacío”. Cuando es el presente quien manda (camuflado como realismo) sólo requiere su satisfacción inmediata; de manera que aprender, saber, el estudiar sistemático e intencionado no sólo a por la riqueza o la fama (ganar dinero o prestigio son componentes legítimos del trabajo intelectual pero no sus finalidades), todo cuanto no sea grato al juicio del público, del mercado, cae en el desprestigio mayor o en el olvido, convertida esta Cultura en el desfile bizarro de un “espectáculo de talentos” ya no televisivo, sino de las redes sociales efímeras como una pompa.

La IA será Dios, Internet la religión y la conexión a las redes la nueva curia del futuro

Una sociedad así está ya lista para la IA, porque ha abandonado la sabiduría, la emoción, la sensación viva de la realidad empós de un edificio maneado y mediatizado por... No, no crean que habrá unos conspiradores detrás, sólo habrá intereses de ida y vuelta, personas sin escrúpulos en sus cápsulas aislantes de pingües rendimientos, y algoritmos, fórmulas lógicas cada vez más complejas que, si no reaccionamos, nos confundirán como lo hacen ahora las religiones, llamando vida a lo que es sólo una adoración desgraciada de la muerte y sus filigranas de negación del cuerpo, de la sensualidad, de lo material, de la vejez, de la muerte auténtica, de la vida digna, etc. La IA será Dios, Internet la religión y la conexión a las redes la nueva curia del futuro. No hemos conseguido desembarazarnos de toda esta basura intelectual divina y ya tenemos preparado el sustitutivo.

Introspección en el basamento del edificio humano es nuestra resistencia contra la ¿Inteligencia? Artificial y sus acompañamientos, plato adobado con un neofascismo inculto desembocante en el totalitarismo; se regulará, se autorregulará, para entonces la civilización del Arte y de la Ciencia será otra cosa, quién sabe si mejor, “eso es oscuro salvo para la divinidad”.

QOSHE - Artificial ¿Inteligencia? - Francisco Silvera
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Artificial ¿Inteligencia?

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06.01.2024

La Inteligencia Artificial es otro síntoma de nuestra época: una herramienta poderosa que viene a ser la clave de arco de una nueva civilización. Pero parte de dos errores conceptuales que además son inevitables; el primero repetido a lo largo de la Historia como un chorizo malo: no va ayudar al conocimiento, lo va a cambiar (ya lo está haciendo) no sé si para mejor o peor, pero ya está desvirtuando lo que hasta ahora hemos llamado conocimiento; segundo, es que no es conocimiento de verdad, sino el desarrollo de una idea parcial del conocimiento.

Que pueda resumir, sintetizar, reunir, clasificar, relacionar trillones de datos a velocidades supersónicas es confundir el rábano con las hojas, porque ciertamente la sabiduría humana usa esto (raquítica en comparación) pero no es eso, lo que importa es el proceso para conseguirlo, que genera y modela la complejidad de nuestras redes neuronales y por tanto va construyendo un criterio que no para de cambiar a lo largo de la vida (de cada vida singular) y que está en retroalimentación permanente con el medio, lo que garantiza su impredecibilidad, no por la libertad (idea religiosa) sino por el caos que llamamos Naturaleza. Un individuo se está modificando a sí mismo permanentemente y si se puede conseguir que un ordenador (no binario como los actuales) haga eso, habremos probado al fin que los humanos sólo somos ordenadores de ese estilo, pero es cuestión de sexo. Un ordenador puede replicarse, mas ¿reproducirse?

Con cada ser humano la cuenta empieza de nuevo, nosotros no acumulamos los datos sino que les damos la vida que nos-les toca vivir

Con cada ser humano la cuenta empieza de nuevo, nosotros no acumulamos los datos sino que les damos la vida que nos-les toca vivir. La singularidad humana no está en su capacidad de cálculo amontonada, en su racionalidad apilada, eso sólo interesa al mercado porque es algo explotable, predecible, organizable, lo llamamos progreso, tecnología, ahora también salud y ya, la repanocha, conocimiento. Pero eso no es lo humano: humano es querer morir por puro hastío, usar el cuerpo de otra persona incluso per angostam viam, la risa que nos causa la caída brutal del otro, esa zona oscura violenta originada por frustraciones que ni recordamos, el rencor, la venganza, el cariño límbico a primera vista, el deseo y los mecanismos para satisfacerlos, la constante búsqueda de la aprobación y del afecto de los demás, la fragilidad y la lágrima, la emoción sin sentido, la suciedad voluntaria, la satisfacción o no con el clima o con otros animales...

Confundir lo humano con una sola capacidad suya, la memoria para el dato y el cálculo consiguiente, es canalizar (interesadamente) lo que nos constituye para que no se pueda desbordar, y ésta es la gran revolución en marcha, oh sorpresa, el control ejercido por una deriva cada vez más potente de la monetización de nuestros deseos para así explotar a una gran mayoría desfragmentada y sin criterio, con una élite que en parte protestará y en parte colaborará, todo cambiado para que nada cambie, vaya novedad, insisto. El ser humano continuará cagando, amando, sufriendo, penetrando o siendo penetrado, chupando fluidos o golpeando o siendo........

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