De modo que queremos acabar con los combustibles fósiles y parar la crisis climática, deseando terminar la Cumbre para volver a casa en avión... No sé, algo no me cuadra. Siempre podemos ver como un éxito que la zorra termine asesorándonos sobre gallinas, tirando de refranero... pero algo huele a podrido en Dubái.

Nuestra sociedad ha abandonado su entorno vital próximo. En esta gigantesca comedura de tarro que es el capital hemos entrado al trapo del desplazamiento rápido como uno de nuestros objetivos fundamentales, todo sin calcular las consecuencias. Aquí tenemos peticiones de trenes de alta velocidad para cada ciudad que se precie, pero no calculamos que eso no construye movilidad inmediata y por tanto condena al aislamiento a las poblaciones pequeñas, abandono del territorio, etc., eso sí: después se nos llena la boca con lo de la España vacía(da).

El desplazamiento vertiginoso sólo sirve para generar beneficios, la aparente comodidad no existiría si no fuera una ventaja para el transporte comercial o laboral, y en lo que se refiere a personas: la única ventaja se la lleva el ocio, o sea, el turismo, ese cáncer de la economía que no sólo no crea infraestructura económica sino que vive de destruir la Cultura, el Medio Ambiente y la convivencia. Aclaro, antes de recibir una cabeza de caballo en una caja, que cuando un sitio tiene un atractivo para la visita es evidente que obtendrá un beneficio, cosa distinta son esas inversiones que convierten en visitantes de parques temáticos a los supuestos viajeros, no más que vulgares consumidores de falsificaciones y propaganda.

Para enfriar el planeta no basta con ir cambiando coches A por coches B, el problema son los coches, son las autopistas innecesarias, ese invento del diablo llamado avión, los desplazamientos sin motivo, el abandono del campo y la exaltación de las barriadas urbanas mientras los centros gentrificados se convierten en franquicias.

Perdonen mi cabreo, el problema (yo delante) es nuestra forma de vida, absurda, sin referencias, vacía, rellenada con bares acrobáticos de recetas sin sentido y viajes que sólo dejan un vacío a su término. Antes (y ahora) la represión religiosa nos impedía los placeres corporales; hoy, la represión del consumismo nos los predefine para que no elijamos, para que no exploremos, no dediquemos la vida a su único cometido: evitar sufrir, que es el único placer real... La promesa constante de una felicidad inexistente sólo aboca a la frustración, la depresión y el suicidio. La droga-cura es el dinero y creer que por tener posibles obvias tu gilipollez, pero ésa siempre está ahí contra ti, mirándote en el espejo. Hay que desacelerar, decrecer, consumir menos, gestionar en favor de un transporte público útil que permita elegir si coger un coche, regular el turismo para que no destruya el mundo (alguien tiene que decirlo), no caer en la trampa de un progreso que, en realidad, sólo lo es de la cartera de unos cuantos zumbaos.

QOSHE - El clímax - Francisco Silvera
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El clímax

24 11
15.12.2023

De modo que queremos acabar con los combustibles fósiles y parar la crisis climática, deseando terminar la Cumbre para volver a casa en avión... No sé, algo no me cuadra. Siempre podemos ver como un éxito que la zorra termine asesorándonos sobre gallinas, tirando de refranero... pero algo huele a podrido en Dubái.

Nuestra sociedad ha abandonado su entorno vital próximo. En esta gigantesca comedura de tarro que es el capital hemos entrado al trapo del desplazamiento rápido como uno de nuestros objetivos fundamentales, todo sin calcular las consecuencias. Aquí tenemos peticiones de trenes de alta velocidad para cada ciudad que se precie, pero no calculamos que eso no construye movilidad inmediata y por tanto condena al aislamiento a........

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