Thomas Mann publicó en 1924 La montaña mágica, un bildungsroman donde narra la estancia de Hans Cartop en el sanatorio alpino de Berghof. Allí, entre pasatiempos pudientes y boscosas laderas, se desenvuelve una novela de aprendizaje que concluye con la constatación de un vacío, de una ruina en la que desemboca la decadencia de un mundo acosado por el venenoso áspid de una consumación que tuvo mucho de social.

En nuestro entorno ya no quedan balnearios burgueses donde fieles concurrentes apuraban sortilegios y compases que tenían mucho de impostados adagios. La Fuente Santa o el monasterio del Cuervo son hoy vestigios en la toponimia cercana y las recatadas cumbres que nos rodean no atraen por sus aguas salutíferas ni por termales estancias. Sin embargo, en el fastuoso y venerable paisaje natural que envuelve a la Bahía se sigue alzando una montaña que tuvo mucho de mágica y que ahora vive una complicada etapa de reconocida fama y acechantes amenazas.

Durante décadas y décadas nadie subía al Bosque de Niebla. De hecho, por no estar no estaba ni bautizado. Los pastores pretéritos y los antiguos habitantes de pagos cercanos como Manzanete o el Cobujón no dirigían sus pasos hasta los llanos del Juncal y el curso alto del Guadalmesí, una cubeta defendida del poniente por el tajo de las Escobas y del levante por las cimas de las Corzas. Allí, tras un dual sotavento, se asientan las nubes; el efecto Foehn hace de las suyas, provocando una lluvia horizontal que todo lo empapa. Tras atravesar cuatro niveles de vegetación, se alcanza un territorio al que se llega tras cruzar alcornocales, robledales, quejigales y penetrar en un bosque de sombras también conocido como laurisilva. La vegetación debe adaptarse a la humedad casi constante y acebos, yedras, laureles, avellanillos, viburnos, adelfillas y rododendros se cubren de largas crenchas de musgos, rugosas llagas de líquenes y trepadores helechos que pueblan las altas ramas de barbas verdes e imposibles asientos. La móvil y fantasmal neblina empapa troncos y hojas que custodian penumbra, relente y veneno, como cicutas, dedaleras, ojaranzos, laureolas o perejiles del diablo, esquivados por los habitantes de un entorno que acabó despoblado.

Tras años de abandono arribó una tendencia por malconocer un entorno fastuoso que se fue haciendo habitual en redes sociales y fotografías que actuaron como efecto llamada. Se le dio nombre al bosque y comenzó a verse amenazado. El viejo sendero que lo cruzaba es ahora una amplia pasadera desde la que se arrasan frágiles barbas de musgo, despobladas ramas y profanados troncos. El proceso degradativo ha sido tal que se ha hecho necesaria una intervención oficial que tiene previsto el cerramiento del espacio y el control de su acceso para salvar la espesura de una intimidante consumación, de una advenediza ruina, y preservar una montaña que a este paso puede dejar de ser mágica.

QOSHE - La montaña mágica - José Juan Yborra
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

La montaña mágica

9 0
08.12.2023

Thomas Mann publicó en 1924 La montaña mágica, un bildungsroman donde narra la estancia de Hans Cartop en el sanatorio alpino de Berghof. Allí, entre pasatiempos pudientes y boscosas laderas, se desenvuelve una novela de aprendizaje que concluye con la constatación de un vacío, de una ruina en la que desemboca la decadencia de un mundo acosado por el venenoso áspid de una consumación que tuvo mucho de social.

En nuestro entorno ya no quedan balnearios burgueses donde fieles concurrentes apuraban sortilegios y compases que tenían mucho de impostados adagios. La Fuente Santa o el monasterio del Cuervo son hoy vestigios en la toponimia cercana y las recatadas cumbres que nos rodean no atraen por sus aguas........

© Europa Sur


Get it on Google Play