El otro día tuve ocasión de hablar con un señor que conocí hace tiempo. Después de saludarme amablemente me dijo casi con euforia que conocía un país donde el presidente del gobierno decía hoy una cosa y al día siguiente su contraria, y que sus ministros hacían declaraciones públicas acusando a un juez de tomar decisiones de carácter político. Además aseguraba mi amigo que dicho gobierno se reunía con prófugos de la justicia para tomar decisiones que implicaban directamente la gobernabilidad del país y que estas reuniones se hacían en otro país, desconociéndose el lugar exacto y contando con un observador, además las decisiones tomadas no se harían públicas, aunque concerniesen al país en cuestión. Yo me quedé sorprendida.

Pero mi amigo, haciendo alarde de buen humor, me dijo que eso era hacer política democrática. Y mi amigo siguió aseverando que ese gobierno buscaba la convivencia entre los ciudadanos, y quizá, estaría dispuesto a amnistiar delitos de terrorismo y de corrupción o malversación. Continuó diciendo que el gobierno hablaba al pueblo de su buen hacer contando tales cosas como un logro, y por consiguiente el pueblo se mostraba feliz de contar con un gobierno tan progresista. Yo me quedé pensando si a todo esto se le puede llamar progreso.

En medio de la conversación y algo sobresaltada por todo lo expuesto, me levanté y educadamente me despedí. Mientras caminaba pensé que ese pueblo tenía que tener muy amplias tragaderas y no importarle mucho lo que ocurriera en su país; pensando que si la vaca seguía dando leche todo estaría bien.

El pueblo a lo mejor ignoraba que de seguir así se terminaría el pasto, más adelante vendría la sequía y la vaca dejaría de dar leche.

Pensaba yo en mi interior, mientras seguía caminando con cierta preocupación, que muchas veces querer conseguir un objetivo no tiene por qué ser a base de obcecarse en ello. La convivencia es primordial para que una nación camine hacia el progreso. Recibir con abrazos al hijo que se fue, está bien, tal y como marca la parábola del Hijo pródigo. Pero si este hijo persiste en su deseo de marcharse, qué hacer: dejarle que siga su camino o procurar convencerle a toda costa, mermando los bienes de los demás; entonces estaríamos mal educando a quien no quiere aceptar las normas de convivencia y dar por buena una conducta de rebeldía que socavaría el interés común.

QOSHE - El hijo pródigo - Paloma Fernández Gomá
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El hijo pródigo

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12.02.2024

El otro día tuve ocasión de hablar con un señor que conocí hace tiempo. Después de saludarme amablemente me dijo casi con euforia que conocía un país donde el presidente del gobierno decía hoy una cosa y al día siguiente su contraria, y que sus ministros hacían declaraciones públicas acusando a un juez de tomar decisiones de carácter político. Además aseguraba mi amigo que dicho gobierno se reunía con prófugos de la justicia para tomar decisiones que implicaban directamente la gobernabilidad del país y que estas reuniones se hacían en otro país, desconociéndose el lugar exacto y........

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