12/03/2024 | 19:00

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El autor anónimo de la Rhetorica ad Herennium, obra del siglo I que constituye uno de los pilares de la retórica, explica los tres estilos que se pueden usar al hablar en público. Hoy nos resultan extraños y pretenciosos, igual que el estilo de Churchill se vería hoy como afectado, y el de Pedro Sánchez se consideraría aburridísimo hace 100 años.

El primer estilo es el sostenido, o simple, que consiste en hacer un gesto breve con el brazo de vez en cuando, tener una expresión del rostro neutral y una mirada como que uno sabe lo que está diciendo. Sería el que hoy usa Feijóo, por ejemplo.

El segundo estilo es el roto, o templado, que incluye gestos rápidos con los brazos, caminar por el escenario continuamente, dar zapatazos en el suelo y tener una mirada de concentración intensa. Podría ser hoy el estilo de Pablo Iglesias, con ese fruncimiento continuo del ceño que le hace parecer permanentemente enfadado - excepto cuando quiere aparecer inofensivo y adopta el primer estilo, aderezado con tono de monaguillo piadoso.

El tercer estilo es el "patético" o elevado. Esta forma de expresarse debía de ser excesiva aún en el siglo I, y hoy sería circense. Para expresarse de este modo, el orador debía tener una expresión facial triste y contrariada y darse palmadas en el muslo y en la cabeza, alternando con una gesticulación serena y moderada.

El problema de estos estilos es doble. Por un lado, que se pierde autenticidad porque la audiencia percibe inmediatamente que uno no está siendo natural. Y, por otro lado, que intentar mantener un estilo no natural requiere de un esfuerzo cognitivo que resta recursos necesarios para hablar en público, como monitorizar a la audiencia y recordar el flujo del discurso.

Pero hay otro problema relacionado hoy en la retórica política de los países civilizados: la mayoría de los políticos se ciñen al estilo sostenido, que suele ser aburridísimo. En las dictaduras no ocurre esto, porque el dictador esconde su miseria intelectual tras la fachada tan expresiva de estilo "patético" que suelen tener los que mandan con la bota. Hitler, Mussolini, Castro, Chávez, etc. Todos grandes oradores y grandes opresores.

Por eso es reconfortante ver a un orador como André Ventura en Portugal hablando en el Congreso igual que haría Cicerón en el Senado romano. Con la voz parece que está retransmitiendo los últimos minutos de una prórroga en el Mundial de fútbol, como si estuviera muy enfadado y casi sin pausas, especialmente desde 03.39. No hay palmadas en los muslos y en la cabeza, pero sus gestos vuelan con las palabras. Los índices hacia abajo para resaltar la urgencia de la situación (03.52, 04.00, 07.20, 08.30, 09.12). El índice elevado a modo de maza con púas (04.13, 04.27, 04.49, 08.30). Las palmas hacia abajo para imponer su punto de vista (04.32). Los dedos moviéndose como gusanos para expresar el expolio impositivo del gobierno (04.35). Los brazos como batutas reforzando el mensaje (04.05, 04.40, 07.49). El gesto clásico de JF Kennedy con el pulgar sobre la punta del índice, que muestra autoridad y machaca el punto (04.42, 05.02, 07.55, 09.35). Los brazos abiertos diciendo al presidente que se explique (06.27). Juntar los dedos a modo de bolsa para expresar lo frágil de la situación (08.20). Agarrar el atril por la parte de delante como si estuviera a punto de saltar a la arena (04.18, 06.30). Es una exhibición permanente de expresividad sin límites.

En España falta un orador político así. Lo único negativo sería si representase a la opción política equivocada, que suelen ser las de los extremos. El resto, siempre sostenidos.

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Una muestra de estilo retórico patético en Portugal

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12.03.2024

12/03/2024 | 19:00

El autor anónimo de la Rhetorica ad Herennium, obra del siglo I que constituye uno de los pilares de la retórica, explica los tres estilos que se pueden usar al hablar en público. Hoy nos resultan extraños y pretenciosos, igual que el estilo de Churchill se vería hoy como afectado, y el de Pedro Sánchez se consideraría aburridísimo hace 100 años.

El primer estilo es el sostenido, o simple, que consiste en hacer un gesto breve con el brazo de vez en cuando, tener una expresión del rostro neutral y una mirada como que uno sabe lo que está diciendo. Sería el que hoy usa Feijóo, por ejemplo.

El segundo estilo es el roto, o templado, que incluye gestos rápidos con los brazos, caminar por el escenario continuamente, dar zapatazos en el suelo y tener una mirada de concentración intensa. Podría ser hoy el estilo de Pablo Iglesias, con ese fruncimiento continuo del ceño que le hace parecer........

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