17/11/2023 | 08:12

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Ningún Estado debe dar por asegurada la financiación de su deuda y de sus déficits públicos. La globalización de los mercados financieros es una realidad. Hoy en día, cualquier inversor, nacional o internacional, privado o público, institucional o particular, puede invertir en cualquier mercado desarrollado de forma sencilla e inmediata. Ello implica que los distintos Estados compiten entre sí para captar las inversiones de los inversores internacionales y también de sus propios nacionales.

Si un Estado es consciente de esta competencia internacional por las inversiones financieras de terceros, creará un entorno regulatorio, legal y fiscal adecuado para atraer ahorro externo adicional, mantener el que ya existe y procurar que sus propios nacionales inviertan en su país en lugar de materializar sus inversiones en otras latitudes.

Cualquier inversor internacional, por ejemplo, un inversor chino, puede elegir entre comprar bonos emitidos por el Tesoro estadounidense, portugués, español o de cualquier otro Estado del mundo. No tiene ninguna obligación de invertir en un país en concreto, aunque hayan mantenido inversiones de forma permanente en el pasado en dicho país. Así, la tenencia de bonos estadounidenses por parte de inversores chinos se ha reducido en 500.000 millones de dólares en la última década.

Una vez que un inversor decide invertir en los bonos soberanos de un país específico, demandará un mayor tipo de interés, cuanto mayor sea el riesgo que perciba. De forma excesivamente simplificada se suele considerar como medida del riesgo la calificación crediticia (rating) otorgada a cada país por las principales agencias de rating (S&P, Moody's y Fitch).

En el caso de un inversor nacional tampoco hay que dar por sentado que va a mantener sus inversiones materializadas en su país de origen. Nada impide que materialice sus inversiones en bonos o acciones emitidas en otro Estado distinto al suyo, aunque los vehículos de inversión a través de los que canalizan su ahorro, como los fondos de inversión, sean nacionales.

Más de una década de tipos cero o negativos creó el entendimiento, bastante generalizado, de que los tipos de interés no volverían a subir. La lógica se ha impuesto y los tipos de interés han abandonado unos niveles sólo justificados por la intervención masiva de los bancos centrales.

Del mismo modo, tras los rescates de algunos países europeos (Grecia, Portugal e Irlanda) y la política de los bancos centrales de inyecciones ingentes de liquidez, tipos mínimos y compra de bonos, se ha creado una falsa creencia de que la financiación de la deuda pública acumulada y de los déficits públicos de cada año está garantizada y, además, a tipos de interés históricamente reducidos.

Incluso EE. UU. no está al margen del escrutinio de los inversores y de la evaluación de las agencias de rating. Durante este mes, Moody´s ha rebajado la perspectiva (outlook) de la calificación crediticia del Tesoro estadounidense a negativa desde estable. Este es el paso previo a una eventual rebaja de la calificación crediticia a Estados Unidos. Conviene resaltar algunas de las conclusiones de Moody´s sobre la deuda estadounidense:

- En un contexto de tipos de interés más altos, y sin una política fiscal con medidas que reduzcan el gasto o incrementen los ingresos, los déficits públicos de EE. UU. se mantendrán muy elevados, debilitando significativamente la sostenibilidad de la deuda pública.

- El riesgo en aumento de una división política puede limitar la efectividad de las políticas encaminadas a ralentizar el deterioro de la sostenibilidad de la deuda.

Apenas unos días antes de la decisión de Moody´s de reducir la perspectiva de la deuda estadounidense, se produjeron dos subastas de deuda a 10 años y 30 años con una floja demanda y unos tipos de interés exigidos por los inversores mayores de los esperados.

El Tesoro estadounidense se está centrando en emitir deuda de corto plazo (Bills - Letras), donde sí está encontrando fuerte demanda a unos tipos de interés cercanos al 5%. Si tuviera garantizada la demanda en los bonos a largo plazo a tipos razonables emitiría bonos a largo plazo.

En Europa parecería que los grandes momentos de tensión en la financiación de los bonos de países de la Eurozona se han olvidado: Grecia, Portugal e Irlanda fueron rescatados. Países como España e Italia tuvieron momentos de elevada tensión en la financiación de sus bonos: en 2010, el Gobierno español tuvo que anunciar, por indicación de Europa, la reducción del sueldo de los funcionarios y la congelación de las pensiones; en 2011 se tuvieron que cambiar a toda prisa artículos de la Constitución para dar mayores garantías a los tenedores de la deuda pública; en 2012, ante la subida descontrolada de las rentabilidades del bono español y del bono italiano, Draghi, presidente del BCE entonces, tuvo que mencionar el histórico "whatever it takes". El BCE haría todo lo necesario para salvar el euro. Y lo ha hecho hasta ahora.

La situación actual difiere sensiblemente de la existente tras la quiebra de Lehman Brothers y el estallido de la burbuja inmobiliaria. Aun así, hay que recordar que para que los inversores mantengan sus posiciones en un determinado país y sigan apostando por el mismo necesitan un entorno estable, seguro y previsible. Los inversores son libres de invertir en cualquier lugar del mundo.

Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4 Banco.

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Los inversores eligen libremente

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17.11.2023

17/11/2023 | 08:12

Ningún Estado debe dar por asegurada la financiación de su deuda y de sus déficits públicos. La globalización de los mercados financieros es una realidad. Hoy en día, cualquier inversor, nacional o internacional, privado o público, institucional o particular, puede invertir en cualquier mercado desarrollado de forma sencilla e inmediata. Ello implica que los distintos Estados compiten entre sí para captar las inversiones de los inversores internacionales y también de sus propios nacionales.

Si un Estado es consciente de esta competencia internacional por las inversiones financieras de terceros, creará un entorno regulatorio, legal y fiscal adecuado para atraer ahorro externo adicional, mantener el que ya existe y procurar que sus propios nacionales inviertan en su país en lugar de materializar sus inversiones en otras latitudes.

Cualquier inversor internacional, por ejemplo, un inversor chino, puede elegir entre comprar bonos emitidos por el Tesoro estadounidense, portugués, español o de cualquier otro Estado del mundo. No tiene ninguna obligación de invertir en un país en concreto, aunque hayan mantenido inversiones de forma permanente en el pasado en dicho país. Así, la tenencia de bonos estadounidenses por parte de inversores chinos se ha reducido en 500.000 millones de dólares en la última década.

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