30/10/2023 | 12:09

Hay dos modelos para buscar rendimiento financiero al dinero, ahorro e inversión. En una primera aproximación ambos se definen académicamente como la parte de la renta no consumida, con una segunda derivada que los distingue analizando los medios usados ya que los del primero son perseguir rentabilidad sin posibilidad de perder mientras que en la segunda se admiten quebrantos para obtener mayor revalorización.

La vehiculización tradicional del ahorro pasaba por las imposiciones bancarias y la Deuda Pública, incluyéndose ésta porque hasta hace años mucha gente suponía que no generaba mermas, mientras la de la inversión se personificaba en las bolsas de valores.

Siendo por naturaleza el español conservador, en 1990 el 63% de la riqueza financiera de las familias se depositaba en el pasivo bancario con un porcentaje mínimamente residual en activos con riesgo; a fin del primer semestre de 2023 el ahorro recibe un 37% mientras que la inversión un 30%, quedando el resto en otros activos y pasivos financieros.

En este pronunciado cambio han tomado el liderazgo director las entidades económicas - básicamente - bancarias, iniciando a sus clientes en la inversión mediante agresivas políticas comerciales, la primera en los noventa del siglo pasado. Desde entonces, y según soplara el viento, la mercadotecnia ha ido modulando el peso del ahorro tradicional y el del riesgo, éste personado como fondos de inversión y de pensiones. En 2023, hasta la fecha, han primado los fondos como destino del dinero pero - aparentemente - los bancos comienzan a remunerar adecuadamente sus depósitos con lo que se infiere un cambio de tendencia. De cualquier modo, la diferencia entre ahorro e inversión es que en la batalla con la inflación el primero suele perder y el segundo, a largo plazo, frecuentemente gana.

Así es la vida. Como dijo Picasso, "dadme un museo que yo os lo lleno ".

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