27/11/2023 | 11:52

0

Durante la última semana OpenAI ha pasado por una serie de cambios tan extremos que, si no afectasen a la empresa y la tecnología del momento, seguramente no serían más que una historia un poco ridícula de poder, ambición, inversores frustrados y estructuras de decisión mal montadas. En unos días el Consejo de la empresa despide al CEO, nombra a otros dos distintos en menos de 48 horas, Satya Nadella -el jefe de Microsoft- dice públicamente que está cabreado con el tema (se ha gastado 13 mil millones de dólares en la empresa, supongo que le da derecho a opinar), algunos de los mayores inversores de Silicon Valley presionan salvajemente para que el vuelva el CEO, los empleados de la empresa dicen que se van a marchar donde sea que se vaya el jefe... Al final, retorno triunfal del CEO, Sam Altman, a una empresa donde el Consejo ha cambiado, y -supuestamente- él los ha elegido para que le den total libertad. Los perdedores aquí están bastante claros, pero son más de los que parecen.

Aunque no sabemos exactamente las razones - y ya solo esto debería preocuparnos bastante-, el Consejo de OpenAI despide a Sam Altman sin -aparentemente- previo aviso. Se habla de lucha de poder con uno de los fundadores más técnicos, pero parece que sobre todo se debe a la diferente visión de cómo debe actuar OpenAI. Se supone que ha sido creada para avanzar hacia AGI (Artificial General Intelligence), una especie de inteligencia de la máquina todopoderosa, pero al mismo tiempo de manera que se protejan los intereses de la humanidad en general. El Consejo tiene como trabajo encargarse de que se cumpla esta misión, y se nombran personas que no son necesariamente expertas en gestionar grandes empresas. La estructura es la de una empresa sin ánimo de lucro. Pero para financiar el esfuerzo, se crea una empresa subsidiaria con ánimo de lucro, y su jefe, Sam Altman, es un tipo famoso porque ha convertido a Y Combinator en un super-acelerador global de empresas, pero que ha sido despedido por su jefe por correr demasiado y al parecer también por poner sus intereses por delante de los de las empresa. El jefe, al final, tiene el mismo objetivo que la mayoría de los fundadores de empresas tecnológicas de éxito: crecer la empresa lo más rápido posible. Y tiene también algunos de los rasgos patológicos que dicen algunos que hay que tener para conseguirlo: fijación obsesiva con conseguir su objetivo de llegar a AGI más rápido que nadie, autoconfianza rayando el lo absurdo y una buena dosis de narcisismo intelectual. Y en esta extrema diferencia - un Consejo que debe defender el avance seguro, sin pensar en beneficios, y un jefe que quiere ir a toda prisa- está la clave de lo que ha pasado. Las implicaciones serán, seguramente, globales.

En el centro, al final, la discusión sobre si este tipo de tecnología, que se puede encuadrar dentro de lo que llamamos General Purpose Technologies (si, ya sé, GPT, qué coincidencia ¿no?), como la electricidad, tiene que ser más o menos regulada, más o menos controlada. Por un lado los que quieren que esté libre: aquí están la mayoría de los que invierten ahora mismo, con un protagonismo especial para Microsoft, que con su Copilot está siendo capaz de pedir que las suscripciones de Office 365 suban de precio hasta un 80% por usarlo. Por otro lado los "doomers", los que ven el posible fin de la humanidad si no se controla. Ahí estaba el consejo de OpenAI hasta ser destituído. Ahí estaba Elon Musk también, hasta que ha creado su propia visión de AI y la ha sacado al mercado. Lo que parece claro es que las estructuras de empresas no están suficientemente maduras - simplemente no sirven - para poder gestionar estas presiones de velocidad y seguridad al mismo tiempo. Los incentivos son muy complicados. Hay mucho, mucho dinero en juego. Y mientras tanto, los demás miramos un poco entre sorprendidos y espantados a esta batalla para dominar lo que seguramente tendrá un efecto transformador mucho más importante que los ordenadores y los móviles en nuestras sociedades, la economía, el trabajo o la educación.

Acepto las reglas de participación

Usuario registradoVentajas de estar registrado

QOSHE - Los perdedores en el lío de OpenAI - Ricardo Perez
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Los perdedores en el lío de OpenAI

6 0
27.11.2023

27/11/2023 | 11:52

Durante la última semana OpenAI ha pasado por una serie de cambios tan extremos que, si no afectasen a la empresa y la tecnología del momento, seguramente no serían más que una historia un poco ridícula de poder, ambición, inversores frustrados y estructuras de decisión mal montadas. En unos días el Consejo de la empresa despide al CEO, nombra a otros dos distintos en menos de 48 horas, Satya Nadella -el jefe de Microsoft- dice públicamente que está cabreado con el tema (se ha gastado 13 mil millones de dólares en la empresa, supongo que le da derecho a opinar), algunos de los mayores inversores de Silicon Valley presionan salvajemente para que el vuelva el CEO, los empleados de la empresa dicen que se van a marchar donde sea que se vaya el jefe... Al final, retorno triunfal del CEO, Sam Altman, a una empresa donde el Consejo ha cambiado, y -supuestamente- él los ha elegido para que le den total libertad. Los perdedores aquí están bastante claros, pero son más de los que parecen.

Aunque no sabemos........

© Expansión


Get it on Google Play