Pensaba escribir de las elecciones en el País Vasco y de la posibilidad de que se produzcan una serie de carambolas y el PP termine convertido en árbitro de la situación durante la próxima legislatura en esta comunidad. ¿Que es difícil? Pues la verdad es que sí. Pero también lo era, antes de las elecciones generales de julio del año pasado, que los catalanes de «Junts» y Puigdemont resucitasen, y ahí están, convertidos por obra y gracia de los resultados de las urnas, en los que parten el bacalao por la necesidad que tiene Pedro Sánchez de contar con su apoyo y sus diputados.

Si sucedió esto en julio de 2023, ¿por qué no puede pasar ahora que el PP se convierta en fundamental a la hora de garantizar la gobernabilidad en el País Vasco? Insisto, pensaba escribir de eso, de política, pero me acordé del consejo de Franco a su ministro de Agricultura, Rafael Cavestany, cuando este último acudió al Palacio de El Pardo para exponer sus quejas por unos problemas que tenía con su colega de Comercio: «Cavestany, haga usted lo mismo que yo, no se meta en política». El todavía ministro volvió a su despacho relativamente tranquilo, hasta que poco tiempo después recibió, mediante el famoso motorista de Franco, una carta con su cese. Para su consuelo, el entonces jefe del Estado y del Gobierno, también cesó al ministro de Comercio.

Recordé esta anécdota, que me contó el hijo del que pasó a ser exministro de Agricultura, ayer, cuando traspasé por primera vez las puertas del Palacio de El Pardo, residencia que fue durante treinta y cinco años de Franco Debo reconocer que me llevé varias sorpresas. Por ejemplo, que, de pronto, me encontré contemplando un tapiz que representa al «Choricero de Candelario». Eso me sirvió para releer la anécdota protagonizada por este último y cómo llegó a convertirse en proveedor de embutidos de la Casa Real. La segunda sorpresa fue descubrir un monumento que merece la pena visitar. Para unas cuantas generaciones de españoles el Palacio de El Pardo está asociado con Franco, como si no hubiese un antes y un después del dictador. El antes nace con la dinastía de los Austrias, cuando se comienza a construir el primero de los actuales edificios, que luego continúa con la de los Borbones. Por allí ha pasado la historia de España a lo largo de muchos siglos. La colección de tapices que parecen cuadros y que cubren muchas de sus paredes es espectacular. También está la mesa de Franco que aparecía por la televisión llena de papeles.

El después, es que se puede ver una parte de las estancias de las que disfrutan los jefes de Estado de otros países cuando visitan España. La verdad es que no va mucha gente a este palacio, lo que hace que el recorrido sea todavía más agradable.

Además, tienes la impresión de estar en un museo, pero vivo, por ese uso que se hace para los visitantes ilustres, que, en caso de insomnio pueden levantarse a ver la representación salmantina: «El Choricero de Candelario».

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QOSHE - El Choricero de Candelario - César Lumbreras
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El Choricero de Candelario

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19.04.2024

Pensaba escribir de las elecciones en el País Vasco y de la posibilidad de que se produzcan una serie de carambolas y el PP termine convertido en árbitro de la situación durante la próxima legislatura en esta comunidad. ¿Que es difícil? Pues la verdad es que sí. Pero también lo era, antes de las elecciones generales de julio del año pasado, que los catalanes de «Junts» y Puigdemont resucitasen, y ahí están, convertidos por obra y gracia de los resultados de las urnas, en los que parten el bacalao por la necesidad que tiene Pedro Sánchez de contar con su apoyo y sus diputados.

Si sucedió esto en julio de 2023, ¿por qué no puede pasar ahora que el PP se convierta en fundamental a la hora de garantizar la gobernabilidad en el País Vasco? Insisto,........

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