Pedro Sánchez no dejará de sorprendernos. Cuando creía que ya lo había visto todo, hace una nueva pirueta. Hay dos formas de tomarse lo de sus «ejercicios espirituales», en los que está inmerso desde el miércoles. Una, de cachondeo y ponerse a gritar «Sánchez no te vayas». Doy un argumento para ello que, por otra parte, es bastante serio: si Pedro se va y dimite, quedaría al frente del Gobierno durante unos meses María Jesús Montero. Y eso da pavor. Puestos a elegir entre Pedro y la «chiqui», no sé muy bien con cuál de los dos quedarme. La otra manera de enfocar este grave problema de Estado, en el que «El Retirado de la Moncloa» nos ha metido, es en serio. He leído y escuchado en las últimas horas múltiples y sesudos análisis de lo sucedido y falta que se califique la actuación del secretario general del PSOE con una palabra: irresponsabilidad.

Porque lo que ha hecho es, por encima de todo, una gran irresponsabilidad. Si tiene pensado dimitir, algo que dudo, lo hace y ya está. A continuación, se pone en marcha el proceso previsto en la Constitución para estos casos, con la complicación añadida de que todavía no ha transcurrido un año desde la convocatoria de las últimas elecciones generales. Y si lo que va a hacer es continuar, pues apechuga con todas las consecuencias de lo que ha pasado, de lo que está sucediendo y de lo que vendrá. Lo que no vale es eso de me voy, pero me quedo y ya diré en cinco días. Repasando la historia reciente de las democracias occidentales no conozco una situación similar, ni en España, ni fuera. Si el actual inquilino de La Moncloa está harto, comprensible desde el punto de vista humano, lo lógico hubiese sido realizar los «ejercicios espirituales» en privado y después haber anunciado su decisión. Ha actuado como un irresponsable. Si contemplamos otra posibilidad, la gravedad de los hechos aumenta más. Porque, si estamos ante un teatro para conseguir la adhesión inquebrantable de su partido, para meter el miedo en el cuerpo a sus socios y a los que apoyan su Gobierno y para tocar la fibra sensible de una parte de la población, por aquello de los ataques a su familia, especialmente a su mujer, la cosa es mucho peor, porque sería una prueba más de su falta de escrúpulos. Aunque esto último no debería sorprendernos ya.

Volviendo a la senda del humor, y como tengo reciente la visita al Palacio de El Pardo, creo que, si hubiese querido reflexionar de verdad, podía haber cambiado La Moncloa por este último, donde resuena el eco de aquella famosa sentencia: «Pedro, haga usted lo que yo, no se meta en política». Desde El Pardo, cada vez que había una crisis, Franco se trasladaba al Palacio de Oriente para recibir la adhesión inquebrantable de sus partidarios. La sede de la calle Ferraz queda muy cerca.

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Sánchez, un irresponsable

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26.04.2024

Pedro Sánchez no dejará de sorprendernos. Cuando creía que ya lo había visto todo, hace una nueva pirueta. Hay dos formas de tomarse lo de sus «ejercicios espirituales», en los que está inmerso desde el miércoles. Una, de cachondeo y ponerse a gritar «Sánchez no te vayas». Doy un argumento para ello que, por otra parte, es bastante serio: si Pedro se va y dimite, quedaría al frente del Gobierno durante unos meses María Jesús Montero. Y eso da pavor. Puestos a elegir entre Pedro y la «chiqui», no sé muy bien con cuál de los dos quedarme. La otra manera de enfocar este grave problema de Estado, en el que «El Retirado de la Moncloa» nos ha metido, es en serio. He leído y escuchado en las últimas horas........

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