Hace meses fuimos alertados de cómo sería “El Niño Costero” en el 2024 y de cuáles serían sus principales efectos en nuestro país.

Por otro lado, se puede decir que tenemos amplia experiencia sufriendo este tipo de fenómenos climáticos en Perú.

¿Por qué entonces siguen doliendo tanto? ¿Por qué nos duele tanto “El Niño Costero”? ¿Por qué el dolor es más grande mientras más pobre y vulnerable es la población que lo sufre?

¿Y por qué los peruanos parecemos estar sumidos en una resignación crónica ante estas circunstancias?

Porque lamentablemente hemos normalizado que esto pase. Nos hemos “acostumbrado” a volver a vivir indefinidamente -casi como una condena natural- los nefastos efectos de los fenómenos climáticos. Como si no se pudiera hacer nada para mitigar daños ni cambiar el ya conocido y terrible destino de los fenómenos climáticos que periódicamente azotan nuestro país y nuestra región.

Pero ¡insisto! ¿Por qué lo hemos normalizado?

Hay algo detrás -mucho más complejo- que hemos normalizado y que nos empuja -casi como en tierra de zombis- a normalizar los daños a los que estos fenómenos nos exponen: la corrupción.

Aquí te sirvo un Shot súper cargado que te recuerda que la corrupción nos conduce a acostumbrarnos a daños que siempre podrán evitarse o -por lo menos- mitigarse. ¡Así que seco y a la vena!

Para contextualizarnos repasemos algunos de los daños que sufren las personas más vulnerables cuando se presenta un fenómeno como “El Niño Costero”:

En la mayoría de los casos, el colapso de la infraestructura se debe a lo mal que fue construida, ya que gran parte de presupuesto fue destinado al pago de sobornos y otros actos de corrupción.

Y luego dicen que la corrupción no mata, no sepulta, no colapsa, no destruye…

Según expertos, durante el fenómeno “El Niño Costero” del año 2017, el 70% de los 180 puentes que colapsaron fue a consecuencia de deficiencias en el diseño y a la falta de mantenimiento adecuado. ¿Dónde fueron destinados los recursos para el diseño y la construcción de estos puentes y de su mantenimiento? ¿En los bolsillos de quiénes acabaron?

Lo peor de todo es que parecemos estar en un rueda de hámster que no para. Venimos escuchando sobre el fenómeno “El Niño Costero” programado para el 2024 hace muchos meses. ¿Qué se hizo al respecto? ¿Cuál fue el plan de contingencia por parte de las Autoridades? ¿Cuál fue el programa de mitigación de daños? Nada por aquí, nada por allá.

Nuevamente la población enfrentando sola al monstruo climático. Es el caso de Chaclacayo, cuyos habitantes -ante la falta de medidas preventivas por parte del Gobierno- se vieron obligados a juntar más de S/3,000 en colocar costales de arena y ladrillos para salvar sus casas de las inundaciones.

Si bien es cierto que “la unión hace la fuerza”, la población no puede estar sola ante fenómenos climáticos. Menos aún la población más vulnerable. Las Autoridades deben identificar cuáles son los riesgos de siempre y planificar su mitigación con tiempo suficiente y -sobre todo- destinar a tal efecto el presupuesto necesario.

De no cumplirse esto último, estamos destinados a sufrir una y otra vez las graves consecuencias de la corrupción.

Es el derecho de todos/as los/as peruanos/as que el Gobierno esté preparado ante inclemencias como las que vivimos y como las que seguiremos viviendo de manera cada vez más fuerte. Y no es aceptable -en modo alguno- que los planes de contingencia consistan en la entrega de kits de supervivencia, víveres, mantas o carpas.

Se trata de que existan planes de contingencia y de control de daños idóneos y robustos, sin mermas ni agujeros por los que se filtren recursos que sigan enriqueciendo a corruptos/as.

Recordemos que cuando hablamos de planificar debemos calcular minuciosamente partidas y presupuestos, detrás de los cuales hay seres humanos y familias que deben ser protegidas, al igual que dolor y sufrimiento que pueden evitarse.

Sin duda, un Shot fortísimo que debemos procesar e interiorizar. Mientras más comentemos al respecto, mayor visibilidad y conciencia.

QOSHE - ¿POR QUÉ “EL NIÑO” DUELE TANTO EN PERÚ? - Carolina Sáenz Llanos
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¿POR QUÉ “EL NIÑO” DUELE TANTO EN PERÚ?

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15.01.2024

Hace meses fuimos alertados de cómo sería “El Niño Costero” en el 2024 y de cuáles serían sus principales efectos en nuestro país.

Por otro lado, se puede decir que tenemos amplia experiencia sufriendo este tipo de fenómenos climáticos en Perú.

¿Por qué entonces siguen doliendo tanto? ¿Por qué nos duele tanto “El Niño Costero”? ¿Por qué el dolor es más grande mientras más pobre y vulnerable es la población que lo sufre?

¿Y por qué los peruanos parecemos estar sumidos en una resignación crónica ante estas circunstancias?

Porque lamentablemente hemos normalizado que esto pase. Nos hemos “acostumbrado” a volver a vivir indefinidamente -casi como una condena natural- los nefastos efectos de los fenómenos climáticos. Como si no se pudiera hacer nada para mitigar daños ni cambiar el ya conocido y terrible destino de los fenómenos climáticos que periódicamente azotan nuestro país y nuestra región.

Pero ¡insisto! ¿Por qué lo hemos normalizado?

Hay algo detrás -mucho más complejo-........

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