El concepto ‘patria’ ha demostrado a lo largo de la historia ser un arma de destrucción masiva. Más eficaz que el hacha de sílex, que el arco y las flechas, que las espingardas de los Tercios, que el Gran Berta, que las bombas atómicas. La patria, gran invento, logra encuadrar a los pobres, a los parados, a los sin techo, a los esclavizados en el mismo batallón que a los poderosos. El que no tiene dónde caerse muerto ni ropa ni pan que lo alimente ni lecho a cubierto, sin embargo, cree tener patria. Y admite, sin discusión, que su patria es la misma que la de los que lo despojan de techo, de salud, de trabajo, de escuela, de pan. Ahora mismo, la investidura es una guerra de patriotas. Se acusan unos a otros de querer romper la patria, de segmentarla, de apropiársela, de oprimirla. Y todos quieren estabularla en el corral mezquino de sus intereses. En un mundo globalizado, en el que las fronteras se difuminan y la independencia de los estados se diluye, a punto de estar gobernados mundialmente por los CEOS de la AI: Rusia versus Ucrania, Israel versus Palestina, Cataluña, Euskadi, la Comunidad de Madrid versus el Estado, y viceversa. Con guerras, algaradas, banderas y patrias enarboladas como garrotes. ¡Qué mala pata que, en estas trifulcas, siempre se escape el tiro para los de abajo! Ellos, defendiendo la patria de los de arriba, se consuelan de la falta de escuelas, la falta de médicos y hospitales, de trabajos y de jornadas de ocho horas. Sí, en la investidura se habla sobre todo de patrias. El centro izquierda estatal se alía con la ultraderecha independentista catalana para impedir que el centro derecha, que a su vez se alía con la ultraderecha españolista, se haga con el poder. Todo por la patria, por mandar, por no bajarse del burro ciego del poder, de la posibilidad de conceder sinecuras a los suyos, de engañar, de decir hoy una cosa y mañana la contraria, de despreciar a los contribuyentes, de ser republicanos y reforzar la monarquía, de declarar la independencia de Cataluña y desdecirse a los ocho segundos, de hablar de pacificación catalana, a costa de encabronar al país entero. Y los viejos militantes forzados a tragarse la olla podrida de las patrias para no ser expulsados de sus formaciones. ¡Oh, qué cosa tan bonita es la patria, que todo lo esconde que todo lo tapa!

QOSHE - La olla podrida de las patrias - Pablo Alcázar
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La olla podrida de las patrias

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16.11.2023

El concepto ‘patria’ ha demostrado a lo largo de la historia ser un arma de destrucción masiva. Más eficaz que el hacha de sílex, que el arco y las flechas, que las espingardas de los Tercios, que el Gran Berta, que las bombas atómicas. La patria, gran invento, logra encuadrar a los pobres, a los parados, a los sin techo, a los esclavizados en el mismo batallón que a los poderosos. El que no tiene dónde caerse muerto ni ropa ni pan que lo alimente ni lecho a cubierto, sin embargo, cree tener patria. Y admite, sin discusión, que su patria es la misma que la de los que........

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