En Zaragoza, que yo sepa, solo quedan dos quioscos en los que venden prensa extranjera, uno en la plaza de España y otro en San Juan de la Cruz.

Sí, ya sé que puedo leer cualquier periódico del mundo en la pantalla, a golpe de clic, pero me niego a renunciar a la liturgia, al civilizado placer de desplegar la sábana del periódico sobre la mesa de una terraza y saborearlo con calma mientras me tomo un Campari. Así que me doy un buen paseo hasta San Juan de la Cruz, compro ‘Le Monde’ y el ‘New Yorker’, subo al Cabezo de Buena Vista, saludo al rugiente león del Batallador, cruzo el canal y me siento en una terraza de Torrero a tomar el aperitivo.

Josep Maria de Sagarra, el gran escritor catalán, le enseñó a su hijo Joan a sentarse en las terrazas y a saber mirar y disfrutar. Y yo, leyendo durante años, domingo a domingo, las ‘Terrazas’ de Joan en ‘La Vanguardia’, procuré aprender de él a contemplar, a sentir y a pensar el mundo desde las terrazas zaragozanas, que no son las terrazas de París, de Roma y de Barcelona que frecuentaba él, pero que a mí también me sirven.

Las terrazas de la plaza de las Canteras son terrazas de plaza de pueblo en día de fiesta, siempre hay alegría, jolgorio y secreteo en ellas. Alegría, jolgorio, secreteo y mucha mezcla de acentos y de idiomas. En las terrazas de la periferia se escribe el presente y el futuro de la ciudad. Balzac decía que la novela es la historia privada de las naciones, y en las terrazas, abriendo las orejas, te enteras de la historia privada de las ciudades. Leer ‘Le Monde’ en una terraza de Torrero, escuchando a la vez el ruido de la calle, es una experiencia formidable. Y el Campari sale más barato que en las terrazas del centro.

Julio José Ordovás es escritor

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Zaragoza: Las terrazas

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26.04.2024

En Zaragoza, que yo sepa, solo quedan dos quioscos en los que venden prensa extranjera, uno en la plaza de España y otro en San Juan de la Cruz.

Sí, ya sé que puedo leer cualquier periódico del mundo en la pantalla, a golpe de clic, pero me niego a renunciar a la liturgia, al civilizado placer de desplegar la sábana del periódico sobre la mesa de una terraza y saborearlo con calma mientras me tomo un Campari. Así que me doy un buen........

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