NI se te ocurra sucumbir al encanto angelical del hijo del vecino que con catálogo en mano te suplica que sueltes los euros a cambio de una caja o dos de los mejores polvorones que jamás probarás en tu vida. Ante una primera negativa por tu parte, te dirá con ojos brillantes que si no vende como mínimo veinte cajas no podrá ir al zoo de Jerez y se quedará sin poder ver a la pitón africana multicolor.

Este suceso es para mí el pistoletazo de salida del torbellino navideño de cada año del que no podemos escapar, éste y la venta de turrones del súper cuando aún andas con chanclas por los pasillos buscando tomates para hacer un gazpacho.

El disfrute de estas fiestas es inversamente proporcional a las vacaciones que te toquen, al dinero que te quede en la cuenta, a los hijos que tengas que lidiar en casa y a los familiares que vengan a visitarte.

Podrás asistir a un espectáculo de variedades si vas a dar un paseo por el centro un día como hoy, sin andar más de un kilómetro: unos padres primerizos ilusionados enseñando las luces de Navidad a su retoño de tres años, una madre estresada corriendo de una tienda a otra porque no encuentra el Tamagochi que la hija ha pedido por Reyes, un padre regalando hijos porque es la tercera vez que embarcan la pelota en la fuente y mi vecina que viene de trabajar: no ha podido irse de puente porque tiene que ahorrar.

Caras de felicidad, de hastío, de ilusión y de estrés. Contentos los pequeños porque llegan las vacaciones, los regalos, acostarse tarde y comer chocolate a escondidas y tristes los mayores que afrontan la soledad con recuerdos de tiempos mejores en estas fechas tan familiares.

El humo de las castañas asadas decora las calles dándoles un halo de misterio cuando ya no brilla el sol. El escaparate de la pastelería y su fiesta de colores con los roscones de reyes como protagonistas, de crema, de nata y de chocolate, con esa fruta confitada que tanta polémica arrastra: es como la piña en las pizzas, o la odias o la amas. Los churros con chocolate, los polvorones en casa de tu abuela, el boniato que asan en las panaderías, las patatas fritas del asador y los pestiños que trae tu prima del pueblo. Las cenas de empresa, las reuniones familiares, la de los amigos, la comida con la hermandad, la merienda con las de zumba y el brunch para rematar.

Acabo de engordar tres kilos sólo de pensar en lo que me espera. Si conoces a alguien que declina invitaciones navideñas sibilinamente, tienes que entender que a lo mejor está intentando sobrevivir a este despropósito de excesos. Se ha impuesto un ritmo de carrera muy alto, yo diría que imposible de mantener para la mayoría de los mortales.

Me estoy poniendo las zapatillas de deporte para ir a andar; me llevaré el monedero porque me ha dicho Juana que en la pastelería de al lado de su casa venden unos buñuelos de aire que son una delicia, así aprovecho y los pongo de postre en el almuerzo que tengo con el grupo de costura.

¡Sálvese quien pueda!

QOSHE - Empieza la maratón navideña - Ana Santos
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Empieza la maratón navideña

1 0
06.12.2023

NI se te ocurra sucumbir al encanto angelical del hijo del vecino que con catálogo en mano te suplica que sueltes los euros a cambio de una caja o dos de los mejores polvorones que jamás probarás en tu vida. Ante una primera negativa por tu parte, te dirá con ojos brillantes que si no vende como mínimo veinte cajas no podrá ir al zoo de Jerez y se quedará sin poder ver a la pitón africana multicolor.

Este suceso es para mí el pistoletazo de salida del torbellino navideño de cada año del que no podemos escapar, éste y la venta de turrones del súper cuando aún andas con chanclas por los pasillos buscando tomates para hacer un gazpacho.

El disfrute de estas fiestas es inversamente proporcional a las vacaciones que te toquen, al........

© Huelva Información


Get it on Google Play