EL año comienza a caminar hacia su final, pero antes de su despedida, entre cantares, fiestas y aniversarios familiares, diciembre nos deja un eco maravilloso con aroma mariano.
Mañana, día ocho, celebramos ese día único en nuestro calendario religioso y devocional de la festividad llena de luz y sentido maternal en la festividad de la Inmaculada Concepción, para los españoles, y más para los andaluces, el Día de la Purísima.
En esa desgraciada vorágine de ateísmo en que el mundo se hunde fruto de tantas ideologías y falta de una catequesis constante a la juventud descreída, la fiesta en honor a uno de los dogmas de fe más bellos de la Iglesia nos llega con la alegría de exaltar un amor filial a la Madre de Dios en reconocimiento a una creencia que sólo con los ojos de un corazón sincero y un alma llena de entusiasmo mariano nos es posible entender en su misterio grandioso.
En el Día de la Purísima, Huelva celebra a la Patrona de la Diócesis de Huelva, aquella benjamina de las de España, en frase cariñosa y querida pronunciada tantas veces por su primer obispo.
Y en esa historia diocesana de Huelva, que comenzó un día, cuando al mediodía repicaron todas las campanas de los templos de nuestra provincia y se hacía pública la noticia del nacimiento de la nueva diócesis andaluza en nombramiento y bula extendida por aquel recordado Pontífice de imborrable recuerdo que fuera SS Pío XII.
De entonces a acá, una trayectoria llena de júbilo y grandeza religiosa guiada por seis obispos que son auténtica historia de una parte de la geografía nacional, que desde el siglo primero de nuestra era había dado sus primeros pasos en la conocida tierra iliplense, cuna de santos y mártires.
Entre muchos trabajos, ilusiones y dificultades, la diócesis onubense se materializó en una realidad que hoy ofrece bellos y edificantes frutos.
He tenido la suerte, por lo que doy gracia a Dios, de haber vivido y colaborado, en humildes medidas llenas de entusiasmo y sentido cristiano, en el nacimiento y extensión de una diócesis que conserva su sentido mariano por excelencia, y que allá en 1956 lo manifestó en aquella magna procesión con la presencia de unas treinta imágenes de Patronas de los pueblos de la provincia.
He vivido muy de cerca el testimonio de entrega de sus obispo y numerosos sacerdotes, religiosos y seglares que pusieron pilares de fe en una labor evangelizadora ejemplar.
Trabajar con alegría por la iglesia diocesana es cimentar con amor nuestro propio sentido de fe, devoción y espiritualidad en el cumplimiento de nuestra obligación como cristiano. Es llenar nuestra vida de esa luz que el Día de nuestra Madre, la Inmaculada Concepción, tiene presencia en uno de los templos más antiguos de la cristiandad con su advocación, sito en el corazón de Huelva.
La celebración de mañana, fiesta nacional, será como el rezo de una Salve universal a la Madre de Dios, rociadora y mediadora de todas las gracias, de quien esperamos la fuerza, el tesón y el perdón, para llenar en nosotros el ejemplo de su Hijo, en un amor filial eterno.
Gran solemnidad
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07.12.2023
EL año comienza a caminar hacia su final, pero antes de su despedida, entre cantares, fiestas y aniversarios familiares, diciembre nos deja un eco maravilloso con aroma mariano.
Mañana, día ocho, celebramos ese día único en nuestro calendario religioso y devocional de la festividad llena de luz y sentido maternal en la festividad de la Inmaculada Concepción, para los españoles, y más para los andaluces, el Día de la Purísima.
En esa desgraciada vorágine de ateísmo en que el mundo se hunde fruto de tantas ideologías y falta de una catequesis constante a la juventud descreída, la fiesta en honor a uno de los dogmas de fe más bellos de la Iglesia nos llega con la alegría de exaltar un amor filial a la Madre de Dios en reconocimiento a una creencia que sólo........
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