De casi todo empieza a hacer ya más de veinte años, y eso hace que la perspectiva de ciertas historias cambie con el prisma del tiempo. Si hace un año, por estas fechas, les hablaba de aquella primera vez que cociné una tortilla de patatas, a la relectura de esas palabras ahora le sumaría el punto de sal. La hipertensión ha hecho que actualmente la comparta algo sosa. Pero sigue habiendo veces en las que gusta más hecha. Otras, menos. Con cebolla. Sin cebolla. Fría o caliente. En cualquier caso, ante los fogones del amor hay que mantener la dedicación, el mimo, la atención para que no se pegue al fondo y haya que deshacerse del plato. Y llegado el momento, sin miedos, habrá que saber darle la vuelta. Con el pulso fuerte. Porque es justo y necesario. No hay una buena tortilla sin riesgo como no existe relación que no encuentre sus curvas peligrosas.

En esta semana en la que cada rincón se adorna con siluetas de corazones y hasta el chocolate adquiere esa forma idealizada, sin aorta ni aurículas ni ventrículos, quizás haya que explicar lo que es, o lo que no. Por ejemplo, el corazón no es un like. Tampoco una gominola bicolor y comestible. El corazón no es un recipiente de mercancía. Ni una postal decorativa. Ni un buzón. Ni mucho menos un cartel publicitario. El corazón no es un menú, ni la silueta de un ramo de flores rojas. El corazón no es un pluviómetro.

El corazón ni tan siquiera almacena sentimientos, eso lo hace el cerebro. Pero late. Bombea la sangre. Se acelera desbocado si hace falta y se detiene silencioso cuando es necesario. Querer bien. Querernos bien. Yo decidí hace mucho que no celebraría San Valentín. Decidimos. En la complicidad y en lo íntimo. Y me parece bien quienes hagan lo contrario. Creo en el amor y en sus formas, como creo en el mar y las tormentas. Un sustantivo incontable, abstracto y colectivo. Dispar. Tan apetecible es un día soleado en la playa como la belleza tras un temporal costero. Elíptico. Entonar un tú, un yo, un nosotros-yosotros. Separado y confuso. El corazón es un invento. Como la tortilla de patatas. Como cada beso. Como cada canción de fondo. Como las tardes de sofá y pantalla. Una creación necesaria. Una creación innecesaria. Des-amor. Des-armar. El corazón es una bomba y su deflagración una incógnita que abrazamos con deseo. Yo sólo espero teclear las palabras exactas y que el mensaje vuelva a llegar a su móvil para salvarnos.

QOSHE - Tortilla de patatas - Manuel González Mairena
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Tortilla de patatas

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13.02.2024

De casi todo empieza a hacer ya más de veinte años, y eso hace que la perspectiva de ciertas historias cambie con el prisma del tiempo. Si hace un año, por estas fechas, les hablaba de aquella primera vez que cociné una tortilla de patatas, a la relectura de esas palabras ahora le sumaría el punto de sal. La hipertensión ha hecho que actualmente la comparta algo sosa. Pero sigue habiendo veces en las que gusta más hecha. Otras, menos. Con cebolla. Sin cebolla. Fría o caliente. En cualquier caso, ante los fogones del amor hay que mantener la dedicación, el mimo, la atención para que no se........

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