El documento tiene fecha de 1931 y va dirigido al ayuntamiento. Al margen de una breve parte en la que se expone la reclamación, es en realidad un largo pliego de firmas, casi todas de mujeres que dicen vivir en el Chorrito Alto, en la calle San Andrés, en Balbueno, en los alrededores del Polvorín y en la Morana. Por la torpeza de los trazos es fácil deducir que son prácticamente analfabetas. Piden al alcalde Juan Quintero que la acometida de agua pública que ya abastece el centro de la ciudad llegue también a sus barrios. Lo necesitan imperiosamente y lo piden ellas mismas porque son las que diariamente tienen que proveer sus hogares de agua potable, yendo a buscarla a los pocos pozos de agua dulce que tiene la ciudad y, en muchos casos, a la lejana Fuente Vieja.

Lo hicieron así su madre, su abuela y todas las mujeres que antes que ellas tuvieron que garantizar que en sus casas no faltara el agua, caminando kilómetros con sus cántaros en el costado o en la cabeza, hiciera frío o calor. Es verdad que siempre ha habido aguadores, pero también que el agua privada se cobra a precio de oro. Sabían estas mujeres que, en Huelva, por la proximidad de las marismas, los pozos escaseaban y que debían ser muy profundos para que no se convirtieran en salobres. Sabían también, por lo que contaban sus mayores, que la falta de agua dulce siempre había sido un problema para los pobres de la ciudad. A falta de otros recursos, durante generaciones se había ido a buscar el agua a la Fuente Vieja.

El viejo acueducto romano –invisible a los ojos del hombre– atravesaba como una arteria los cabezos recogiendo la filtración de la tierra, que, como una esponja, atrapaba la lluvia y la escorrentía. Desde antaño había conducido sus aguas hasta la antigua villa dejándola caer generosamente en sus fuentes y sobre él habían escrito los árabes y más tarde los cristianos. Los documentos del siglo XVI –los primeros que se conservan de la modernidad– hablan del acueducto con frecuencia y con detalle y también los del XVII, los del XVIII y los del XIX. Desde el arranque de este siglo, el acueducto ya daba problemas serios. Las conducciones –se cuenta– están rotas y obstruidas. A lo largo de su recorrido, los hortelanos que siembran en los cabezos ha cegado los pozos de limpieza impidiendo que el agua llegue a la población. Apenas se recuerda la última vez que manó la fuente de San Pedro y no hay fondos para tanta reparación. Ya entonces había que ir a buscar el agua a la Fuente Vieja, que no era sino una de sus cajas de decantación, allá por la Vega Larga, en la misma ladera del Conquero.

Después de un largo paseo, me siento junto a la Fuente Vieja. Nunca dejó de dar agua y ahora, tras las lluvias, tres chorros cristalinos y vigorosos caen sobre las losas desgastadas. A mi alrededor, la feracidad del cabezo inunda el entorno con cañaverales y flores silvestres. Se ha puesto el sol y sobre mí cae el peso de la historia, inmenso, intenso, con su avalancha de voces y sensaciones.

QOSHE - La fuente vieja - María Antonia Peña
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

La fuente vieja

11 0
08.04.2024

El documento tiene fecha de 1931 y va dirigido al ayuntamiento. Al margen de una breve parte en la que se expone la reclamación, es en realidad un largo pliego de firmas, casi todas de mujeres que dicen vivir en el Chorrito Alto, en la calle San Andrés, en Balbueno, en los alrededores del Polvorín y en la Morana. Por la torpeza de los trazos es fácil deducir que son prácticamente analfabetas. Piden al alcalde Juan Quintero que la acometida de agua pública que ya abastece el centro de la ciudad llegue también a sus barrios. Lo necesitan imperiosamente y lo piden ellas mismas porque son las que diariamente tienen que proveer sus hogares de agua potable, yendo a buscarla a los pocos pozos de agua dulce que tiene la ciudad y, en muchos casos, a la........

© Huelva Información


Get it on Google Play