Alicante arrastra demasiadas deudas pendientes con un buen número de personas destacadas que a lo largo de su historia han llevado a cabo iniciativas, a veces poco conocidas, que han sido muy valiosas para la sociedad. Acostumbrados a que calles, plazas y avenidas se hayan llenado en los últimos años de nombres de personas anodinas o cercanas al PP que gobierna y ha gobernado la ciudad, ha costado mucho dar un mínimo reconocimiento a grandes mujeres y hombres que han contribuido a hacer de Alicante una ciudad mejor.

Una de esas personas con las que Alicante tiene una enorme deuda es la arqueóloga sueca Solveig Nordström, a quien debemos su empeño por poner en valor el Tossal de Manises, nada más y nada menos que la ciudad romana de Lucentum que fue el embrión de lo que somos, pero especialmente por su lucha personal para evitar que este impresionante yacimiento arqueológico fuera arrasado por las excavadoras ante la depredación inmobiliaria del desarrollismo franquista.

Efectivamente, a pesar de la grandiosidad de los restos arqueológicos existentes en el Tossal y de su relevancia, los poderes políticos y económicos querían explotar al máximo la rentabilidad de una especulación inmobiliaria ligada a un turismo incipiente que se prometía esplendoroso, autorizando en 1960 la construcción de bloques de edificios sobre lo que es una de las mayores joyas de nuestra historia. Al tener conocimiento de ello, fue esta arqueóloga quien movilizó a la prensa internacional para dar a conocer la barbaridad que estaba a punto de cometerse, llegando a ponerse delante de las excavadoras para evitar que se destruyera, de manera irreversible, el impresionante patrimonio arqueológico que la ciudad tenía escondido en sus entrañas.

Gracias al valor de Solveig Nordström se salvó una parte tan importante de nuestra historia y el patrimonio arqueológico de Lucentum no fue arrasado, como ha sucedido en tantas otras ocasiones, contribuyendo el año siguiente a que el Estado comprara los terrenos y diera la máxima protección y reconocimiento al yacimiento, facilitando su excavación e impulso. También fue destacable su papel en la reforma y modernización del museo arqueológico de Alicante.

Durante décadas, esta valiente mujer ha pasado desapercibida y nunca obtuvo el reconocimiento que merecía, sin una sola calle con su nombre, hasta el punto de que si entran en la página web del MARQ y consultan el “Tossal de Manises”, comprobarán que ni siquiera aparece una sola línea mencionando a Solveig Nordström por su importante labor en el yacimiento y su valeroso trabajo que impidió su destrucción.

Tuvo que esperarse medio siglo para que Solveig tuviera su primer homenaje promovido desde el Ayuntamiento de Alicante, siendo alcaldesa Sonia Castedo, dando respuesta a una petición ciudadana cursada con insistencia, en tres ocasiones, por la asociación cultural “Alicante Vivo”. Así, el 7 de marzo de 2011 se pasó a llamar “parque de Solveig Nordström” a los jardines que rodean las faldas del Tossal de Manises, donde se encuentran las ruinas musealizadas de la ciudad ibero-romana de Lucentum, que ella salvó. Esta zona verde había sido restaurada años antes a través de talleres de inserción laboral con recursos de la Generalitat Valenciana, construyéndose caminos y escaleras de acceso en la calle Zeus, junto al colegio de La Albufereta, en medio de una pinada, repoblando con plantas autóctonas los jardines y construyendo otras vías de paseo a lo largo de las laderas del monte hasta el extremo de la calle Colonia Romana, colocando bancos y barras de madera para delimitar las zonas de paseo. El espacio ajardinado de acceso a Lucentum plantado en su momento era tan hermoso y exuberante que algunos vecinos lo llamaron coloquialmente “los nenúfares”, aunque el descuido sobre éste desde su inicio ya era palpable en el momento de poner nombre a los jardines en el homenaje a Nordström, en 2011.

Pero desde entonces, su progresivo abandono y una deliberada desidia han dado pie a que el vandalismo haya campado a sus anchas, habiendo convertido esta zona en un erial. Los jardines han desaparecido y los tubos de plástico del riego por goteo, arrancados hace tiempo, aparecen sobre los caminos. La zona aparece repleta de cascotes y matojos, los largueros de madera que delimitaban los paseos fueron arrancados en su mayoría, apareciendo rotos y esparcidos por los alrededores, junto a otros muchos desperdicios. Si no fuera por las rampas de cemento que sobreviven, nadie diría que aquello ha sido nunca un parque. Algunos vecinos, de forma espontánea, se acercan a las faldas de esta zona abandonada plantando pequeños olivos y pinos, mientras los niños, junto a sus padres y madres que asisten al colegio cercano, juegan como pueden en la zona. También los propios carteles señalizadores con el nombre de Solveig Nordström acusan el deterioro, sin que ni siquiera algo tan visible haya sido cuidado y mantenido.

De manera que lo que debía ser el testimonio de gratitud y homenaje a una mujer tan importante que trabajó tanto por nuestra ciudad se ha convertido, una vez más, en otro espacio de indolencia, vergüenza y desidia de los muchos que llenan Alicante. Seguramente, la propia Nordström comprendería que los intereses y el abandono de Alicante no han cambiado tanto desde que ella luchaba por nuestra ciudad, en los años sesenta del siglo pasado, hasta el día de hoy.

QOSHE - El abandono como seña de identidad - Carlos Gómez Gil
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El abandono como seña de identidad

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11.02.2024

Alicante arrastra demasiadas deudas pendientes con un buen número de personas destacadas que a lo largo de su historia han llevado a cabo iniciativas, a veces poco conocidas, que han sido muy valiosas para la sociedad. Acostumbrados a que calles, plazas y avenidas se hayan llenado en los últimos años de nombres de personas anodinas o cercanas al PP que gobierna y ha gobernado la ciudad, ha costado mucho dar un mínimo reconocimiento a grandes mujeres y hombres que han contribuido a hacer de Alicante una ciudad mejor.

Una de esas personas con las que Alicante tiene una enorme deuda es la arqueóloga sueca Solveig Nordström, a quien debemos su empeño por poner en valor el Tossal de Manises, nada más y nada menos que la ciudad romana de Lucentum que fue el embrión de lo que somos, pero especialmente por su lucha personal para evitar que este impresionante yacimiento arqueológico fuera arrasado por las excavadoras ante la depredación inmobiliaria del desarrollismo franquista.

Efectivamente, a pesar de la grandiosidad de los restos arqueológicos existentes en el Tossal y de su relevancia, los poderes políticos y económicos querían explotar al máximo la rentabilidad de una especulación inmobiliaria ligada a un turismo incipiente que se prometía esplendoroso, autorizando en 1960 la construcción de bloques de........

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