En la misma semana en la que el equipo de cinco grandes científicos europeos que han demostrado de manera empírica e inequívoca el vínculo fundamental entre las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la quema de combustibles fósiles y el aumento imparable de la temperatura del planeta, responsable de la crisis climática que atravesamos, han recibido el premio «Fronteras del conocimiento» en cambio climático de la Fundación BBVA, el alcalde de Alicante, Luis Barcala, y la portavoz de Vox en la corporación municipal, Carmen Robledillo, anunciaban un acuerdo para sacar adelante los presupuestos municipales con el compromiso estrella de permitir el acceso de todo tipo de vehículos, de manera libre y sin restricciones, al centro de la ciudad en la denominada Zona de Bajas Emisiones (ZBE).

Estas áreas están reguladas tanto por legislación española, a través del artículo 14.3 de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, como por la normativa europea con la finalidad de aplicar restricciones en el acceso, circulación y estacionamiento de vehículos contaminantes para mejorar la calidad del aire y mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, conforme a la clasificación de los vehículos por su nivel de emisiones de acuerdo con lo establecido en el Reglamento General de Vehículos vigente. Hasta el punto de que buena parte de las obras que se están impulsando en el Centro de Alicante, y que cuentan con cofinanciación de la Unión Europea, están condicionadas a la aplicación de estas Zonas de Bajas Emisiones, con el compromiso de potenciar a cambio otros tipos de movilidad mucho más sostenible.

Para la concesión de esta importante financiación europea existe, por parte de los ayuntamientos que impulsan estas ZBE, cuatro compromisos básicos: la mejora de la calidad del aire y la salud de la ciudadanía, la contribución a la mitigación del cambio climático, el cambio modal hacia modos de transporte más sostenibles y el impulso de la eficiencia energética en el uso de los medios de transporte. Por tanto, no solo son exigencias ante la crisis climática que atravesamos, sino también compromisos para avanzar hacia ciudades mucho más amables, sanas y respetuosas.

De hecho, el alcalde Barcala repite con insistencia en declaraciones públicas que quiere un Alicante más amable, con más espacio para el peatón y menos vehículos, con amplias zonas verdes. Lo de las zonas verdes como que nos vamos olvidando a la vista de su afición por la tala de árboles y hormigonar. Pero si uno de los instrumentos más importantes que están implantando todas las ciudades europeas para mejorar la calidad urbana, reducir la contaminación y apostar por los transportes sostenibles a través de las Zonas de Bajas Emisiones es eliminada, convirtiéndola en Alicante en una pantomima para conseguir dinero de la UE para obras y cemento, pues me temo que desnuda con crudeza la hipocresía de un discurso que no se corresponde con los hechos.

Y no solo eso, sino que entre las medidas aprobadas por unanimidad (repito, por unanimidad) por la comisión política y social formada para la recuperación de Alicante tras la pandemia, del año 2020, la 72 relativa a la redistribución del espacio público se comprometía a «convertir las zonas del casco histórico y centro tradicional en una zona restringida al tráfico», mientras que en la 75 referida a promover un urbanismo para la salud se hablaba de «renaturalizar la ciudad, dotándola de espacios verdes nuevos y pensados para enlazar zonas». Pero sabemos de sobra el valor que este Gobierno municipal da a estos documentos nacidos del consenso y a todo aquello que surge de la participación: una farsa de cara a la galería.

En la orgullosa defensa de este acuerdo presupuestario municipal promovido por el Partido Popular y Vox, la portavoz de esta formación ultraderechista, Carmen Robledillo, señaló que no iban a permitir el «fanatismo climático» para justificar su rechazo a la ZBE y a la limitación de acceso de vehículos contaminantes al Centro de la ciudad, algo que ha sido respaldado por el gobierno del PP por boca de su portavoz. No se tiene constancia de que Robledillo ni Barcala, ambos con formación jurídica, sean especialistas, hayan investigado, tengan publicaciones académicas ni formen parte de grupos de investigación vinculados con el cambio climático y sus efectos, sino más bien al contrario. Aunque también es cierto que ambos comparten un rechazo hacia la ciencia y el conocimiento científico, como paladines de ese negacionismo que promueven.

La extrema derecha trata de normalizar la barbaridad sin complejos, haciendo gala de una arrogancia de la ignorancia a través de esos conceptos precocinados que les trasladan desde la factoría de ideas ultraderechistas. Y así, mientras vivimos en nuestras propias carnes las condiciones climáticas más extremas desde que se tienen registros, niegan su existencia, reivindicando el derecho a cargarse el planeta como si no pasara nada.

No existe, ni mucho menos, fanatismo climático sino una crisis climática que desde hace años viene siendo confirmada científicamente en forma de graves alteraciones atmosféricas, descenso en las precipitaciones, desastres ambientales y un calentamiento global que está colocándonos en el peor de los escenarios posibles y que solo un fanatismo político como el que gobierna el Ayuntamiento de Alicante puede negar.

QOSHE - Fanatismo político - Carlos Gómez Gil
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Fanatismo político

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14.01.2024

En la misma semana en la que el equipo de cinco grandes científicos europeos que han demostrado de manera empírica e inequívoca el vínculo fundamental entre las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la quema de combustibles fósiles y el aumento imparable de la temperatura del planeta, responsable de la crisis climática que atravesamos, han recibido el premio «Fronteras del conocimiento» en cambio climático de la Fundación BBVA, el alcalde de Alicante, Luis Barcala, y la portavoz de Vox en la corporación municipal, Carmen Robledillo, anunciaban un acuerdo para sacar adelante los presupuestos municipales con el compromiso estrella de permitir el acceso de todo tipo de vehículos, de manera libre y sin restricciones, al centro de la ciudad en la denominada Zona de Bajas Emisiones (ZBE).

Estas áreas están reguladas tanto por legislación española, a través del artículo 14.3 de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, como por la normativa europea con la finalidad de aplicar restricciones en el acceso, circulación y estacionamiento de vehículos contaminantes para mejorar la calidad del aire y mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, conforme a la clasificación de los vehículos por su nivel de emisiones de acuerdo con lo establecido en el Reglamento General de Vehículos vigente. Hasta el punto de........

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