Ya tenemos un nuevo presidente del Gobierno, tan legítimo como constitucional, que ostenta una mayoría absoluta parlamentaria basada en el acuerdo alcanzado entre distintas fuerzas políticas representadas en el Parlamento y elegidas libremente por los ciudadanos. Es la esencia de una democracia que el PP y Vox no paran de cuestionar un día tras otro, con declaraciones descalificatorias, movilizaciones amenazantes y violencias de todo tipo que no se habían visto desde la Transición.

La labor de profunda deslegitimación institucional y democrática, al más puro estilo trumpista, que inició Vox y ha continuado el PP, al rebufo de diferentes grupúsculos de extrema derecha donde se mezclan nostálgicos del franquismo, nazis retardados, hooligans descontrolados, grupos ultracatólicos y cayetanos a la búsqueda de identidad, ha alcanzado estos días una nueva dimensión. “Patriotas desacomplejados”, los calificaban con desvergüenza desde Vox. Nunca se había producido una campaña sistemática y continuada de acoso a sedes de partidos como la extrema derecha está haciendo con las casas del pueblo socialistas en toda España, desde que ETA atentaba contra partidos.

El aquelarre tan bochornoso como despreciable que vienen montando grupúsculos ultras y provocadores en Ferraz, organizado por Vox y respaldado por sus dirigentes, junto a un indisimulado apoyo del PP, como han manifestado el alcalde de Madrid y la presidenta de su Comunidad, está desplegando ofensas, ultrajes, insultos, provocaciones y barbaridades sin límite contra los socialistas y el presidente, Pedro Sánchez, demostrando que se han cruzado límites muy peligrosos. La orgía lamentable de violencia verbal, aderezada con vivas a Franco, acompañada por gritos homófobos y racistas, cánticos nazis y falangistas, junto a rezos y exhibición de muñecas hinchables delante de sedes socialistas como la de Ferraz, con la participación de responsables institucionales y políticos de Vox y del PP, ha escrito una de las páginas más oscuras en nuestra convivencia, con una huida hacia adelante de difícil recorrido.

“Golpe de Estado”, repite una y otra vez Santiago Abascal, el líder de la ultraderecha de Vox que no oculta su defensa de la dictadura de Francisco Franco. “Fin de la democracia Constitucional”, afirma la lideresa del PP de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que amenaza con responder “golpe con golpe” y llama “hijo de puta” en el Congreso al presidente del Gobierno. “Sánchez debería irse del país en un maletero”, pide el vicesecretario del PP, Miguel Tellado, sin una pizca de vergüenza. Y así un día tras otro, trabajando juntos para degradar la democracia y dañar la convivencia.

En un país profundamente dividido y en plena escalada de acoso, se abre una nueva legislatura bajo unas coordenadas inéditas, por la extrema furia que han desplegado el PP y Vox desde sus inicios, planteando al nuevo Gobierno presidido por Pedro Sánchez desafíos de una complejidad extrema, con graves riesgos para la estabilidad. Pero también, por la extrema fragilidad e incertidumbre de un acuerdo político suscrito con las fuerzas independentistas catalanas a cambio de una amnistía que ha despertado fundadas incertidumbres sobre su viabilidad entre amplios sectores de la sociedad, con graves riesgos para la estabilidad social.

Apaciguar el clima político en Cataluña, incorporar al marco constitucional a las fuerzas nacionalistas que impulsaron una intentona secesionista generadora de una profunda división, al tiempo que se desactivan tensiones en nacionalidades clave del Estado mediante el diálogo merecen la catarsis que atravesamos si de verdad queremos un futuro compartido.

Pero las fuerzas nacionalistas que en Cataluña acumulan odios y rencores sin límite, demostrando que no van a renunciar a un relato de consumo interno para rivalizar entre sus electorados a las puertas de unos comicios en 2024, aunque sea a costa de cuestionar cualquier acuerdo, por razonable, generoso y negociado que sea. El independentismo se alimenta de victimismo y si esta amnistía, acompañada de un permanente diálogo, contribuye a desactivarlo, favorecerá la estabilidad política, económica y social. Pero no es descartable que lleguen a poner en peligro la estabilidad del Gobierno que ahora apoyan cuando necesiten acaparar atención entre unos seguidores cada vez más descontentos.

Naturalmente que toda esta arquitectura descansa sobre equilibrios tremendamente inestables, lo que hace todavía más admirable el empeño por sacar adelante este acuerdo de legislatura. Y ahí es legítima la discrepancia y el descontento, incluso con la máxima dureza, porque efectivamente, esta aventura pactista tiene demasiados interrogantes. Pero la manera en que se argumente el disenso dará, también, la medida de las alternativas que se ofrecen y ahí tenemos que ser rotundos: la derecha en alianza con las fuerzas ultraderechistas han impulsado una profunda deslegitimación sobre cualquier solución que permita afrontar el problema territorial de Cataluña, como así lo calificó el propio Feijóo. Sabemos todo lo que odian, que es mucho, pero no lo que proponen.

Sin embargo, la escalada de furia, insultos y disparates hiperventilados que la derecha viene protagonizando contra Pedro Sánchez y Cataluña puede convertirse, también, en su mayor problema de cara a poder volver al gobierno de la nación en el futuro. Si el acuerdo de Gobierno avanza con éxito y la amnistía consigue normalizar la situación en Cataluña, será difícil de olvidar la política de tierra quemada que, una vez más, ha protagonizado en este momento histórico el PP. De ahí que los populares se estén jugando su futuro en estos precisos momentos.

QOSHE - Gobernar frente a la furia - Carlos Gómez Gil
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Gobernar frente a la furia

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19.11.2023

Ya tenemos un nuevo presidente del Gobierno, tan legítimo como constitucional, que ostenta una mayoría absoluta parlamentaria basada en el acuerdo alcanzado entre distintas fuerzas políticas representadas en el Parlamento y elegidas libremente por los ciudadanos. Es la esencia de una democracia que el PP y Vox no paran de cuestionar un día tras otro, con declaraciones descalificatorias, movilizaciones amenazantes y violencias de todo tipo que no se habían visto desde la Transición.

La labor de profunda deslegitimación institucional y democrática, al más puro estilo trumpista, que inició Vox y ha continuado el PP, al rebufo de diferentes grupúsculos de extrema derecha donde se mezclan nostálgicos del franquismo, nazis retardados, hooligans descontrolados, grupos ultracatólicos y cayetanos a la búsqueda de identidad, ha alcanzado estos días una nueva dimensión. “Patriotas desacomplejados”, los calificaban con desvergüenza desde Vox. Nunca se había producido una campaña sistemática y continuada de acoso a sedes de partidos como la extrema derecha está haciendo con las casas del pueblo socialistas en toda España, desde que ETA atentaba contra partidos.

El aquelarre tan bochornoso como despreciable que vienen montando grupúsculos ultras y provocadores en Ferraz, organizado por Vox y respaldado por sus dirigentes, junto a un indisimulado apoyo del PP, como han manifestado el alcalde de Madrid y la........

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