El día después de que la Corte Internacional de Justicia de La Haya, tras analizar la acusación presentada por Sudáfrica, dictaminara que hay evidencias ciertas contra Israel de estar realizando un genocidio en Gaza contra la población palestina, existiendo un peligro real e inminente de causar un daño irreparable a los derechos que protege la «Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio», los servicios secretos israelíes difundieron a diarios estadounidenses un informe en el que aseguraban que doce trabajadores de la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) habrían participado en los ataques de Hamás, del pasado 7 de octubre, en los que 1.200 israelíes murieron y otros 250 fueron capturados como rehenes.

A pesar de que la Corte de La Haya, en una sentencia histórica, obligara a Israel a tomar medidas urgentes e inmediatas para impedir actos genocidas contra los refugiados palestinos por su ejército, deteniendo y castigando cualquier incitación a cometerlos, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aclaró de inmediato la respuesta de su gobierno, afirmando: «Ni La Haya ni nadie nos va a parar». Y efectivamente, los bombardeos indiscriminados, los asesinatos contra la población palestina en Gaza, la destrucción y la barbarie han continuado sin miramientos, aumentando el salvajismo y la inhumanidad contra una población indefensa que vive encerrada en campos de refugiados en situaciones extremadamente penosas, al límite de la supervivencia.

Nada ha hecho el Gobierno de Israel para cumplir una sentencia que le obliga a impedir el genocidio contra los palestinos, ni tampoco ningún país ha exigido el cumplimiento de estas medidas urgentes. Nunca se había visto en los tiempos recientes una masacre y destrucción semejantes en tan poco tiempo, con unos 27.000 palestinos asesinados, de los cuales, el 70 % son niños y niñas a los que Israel también denomina «terroristas» para arrogarse el derecho a quitarles la vida. Más de la mitad de todos los edificios de Gaza han sido destruidos y, los que no lo han sido, el ejército los está haciendo inhabitables, quemándolos o llenándolos de excrementos. Y cada semana que pasa, no dejamos de ver grabaciones que atestiguan el grado de inhumanidad y barbarie con que el ejército de Israel actúa, asesinando a personas mayores desarmadas con banderas blancas, disparando a niños heridos bajo los escombros o con soldados disfrazados de palestinos rematando de un tiro en la cabeza sobre la almohada a enfermos en sus camas del hospital.

Sin embargo, rápidamente Estados Unidos y otros quince países dieron crédito al informe de la inteligencia israelí contra UNRWA y anunciaron la suspensión de su ayuda a esta agencia, creada en 1949 tras la guerra árabe-israelí, por resolución de la asamblea general, para proporcionar ayuda básica y de emergencia a los cinco millones de palestinos que viven en campamentos de refugiados en la franja de Gaza y a los que han encontrado protección en Jordania, Líbano, Siria y Cisjordania tras guerras, expulsiones y éxodos.

La propia UE ha declarado que no ha visto el supuesto informe, a pesar de haberlo solicitado al gobierno israelí, mientras que comienzan a conocerse detalles llamativos, como que la información parte de confesiones de prisioneros torturados, que de los doce miembros de UNRWA supuestamente implicados, dos están muertos, otro no es trabajador de esta organización y hay nombres de personas inexistentes.

Estamos, por tanto, ante un paso más en la diabólica estrategia genocida de Israel contra el pueblo palestino, impidiendo la actuación de la única agencia humanitaria especializada que lleva décadas proporcionando una ayuda imprescindible a una de las poblaciones que vive en situaciones más extremas e inhumanas, haciendo insoportable su existencia en el territorio ocupado y forzando así su abandono. Es una pieza más en el sueño judío de impedir cualquier posibilidad de un estado palestino, apropiándose de un territorio que no es suyo y eliminando a la población palestina que allí vive.

El cinismo del gobierno ultraderechista de Israel es de tal calibre que, lejos de acatar la resolución de la Corte Internacional de Justicia ante una acusación tan grave como la de genocidio, trata de disuadir a los países donantes, con Estados Unidos a la cabeza, para que estrangulen, todavía más, a los cinco millones de personas a las que UNRWA atiende, de los cuales, dos millones están bajo las bombas en Gaza, causándoles el mayor sufrimiento posible. Es una salvaje política de muerte y barbarie que pretende llevar a los infiernos al pueblo palestino y forzarlos a abandonar su territorio, como parte del genocidio planificado.

Tratar de desacreditar y anular el trabajo de una organización humanitaria tan encomiable como UNRWA, con más de 13.000 trabajadores, por supuestas actuaciones delictivas de doce de ellos sería tanto como exigir el desmantelamiento de instituciones como la Iglesia católica por la existencia de miles de casos de pederastia comprobados. Y la hipocresía es todavía mayor cuando Israel ha asesinado a 150 trabajadores de esta organización, destruyendo escuelas, hospitales, depósitos de agua y comida financiados para socorrer a una población atacada.

Ahora más que nunca, es necesaria la ayuda de UNRWA, como afortunadamente han confirmado importantes países donantes con una larga trayectoria en la ayuda humanitaria y la resolución de conflictos, entre ellos, Noruega, y como ha hecho el Gobierno de España. No podemos decir lo mismo, según anunciaron de inmediato, del Gobierno valenciano del PP y Vox.

QOSHE - Una ayuda vital para millones de palestinos - Carlos Gómez Gil
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Una ayuda vital para millones de palestinos

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04.02.2024

El día después de que la Corte Internacional de Justicia de La Haya, tras analizar la acusación presentada por Sudáfrica, dictaminara que hay evidencias ciertas contra Israel de estar realizando un genocidio en Gaza contra la población palestina, existiendo un peligro real e inminente de causar un daño irreparable a los derechos que protege la «Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio», los servicios secretos israelíes difundieron a diarios estadounidenses un informe en el que aseguraban que doce trabajadores de la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) habrían participado en los ataques de Hamás, del pasado 7 de octubre, en los que 1.200 israelíes murieron y otros 250 fueron capturados como rehenes.

A pesar de que la Corte de La Haya, en una sentencia histórica, obligara a Israel a tomar medidas urgentes e inmediatas para impedir actos genocidas contra los refugiados palestinos por su ejército, deteniendo y castigando cualquier incitación a cometerlos, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aclaró de inmediato la respuesta de su gobierno, afirmando: «Ni La Haya ni nadie nos va a parar». Y efectivamente, los bombardeos indiscriminados, los asesinatos contra la población palestina en Gaza, la destrucción y la barbarie han continuado sin miramientos, aumentando el salvajismo y la inhumanidad contra una población indefensa que........

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