Antes y después de casados, Elizabeth Taylor y el actor galés Richard Burton fueron protagonistas de un gran amor, el más célebre y publicitado entre las estrellas de cine del siglo pasado. Ese romance duraría hasta la muerte de ambos y hoy lo recordamos con motivo del cumplirse este martes 27 de febrero, 92 años del nacimiento de la actriz de los ojos violeta.

Liz recopiló la correspondencia íntima entre ambos en un libro que muy sugestivamente tituló El amor y la furia. Se conocieron en 1962, en el set de Cleopatra, película para la cual ella cobró un millón de dólares, una cifra que hasta ese momento jamás le habían pagado a ningún otro actor o actriz. A Burton lo contrataron para sustituir a Stephen Boyd en el papel de Marco Antonio.

Cuando arrancó el rodaje en los estudios de Cinecittá, en Roma, Liz estaba casada con el cantante Eddie Fisher y Burton con su esposa Sybil. Entre ellos surgió casi de inmediato una pasión literalmente irrefrenable. En el primer beso que rodaron, repitieron la escena varias veces y en cada toma el beso duraba más. Cuando finalmente el director, Joseph L. Mankiewick, exclamó: “¡Corten, escena terminada!”, ellos continuaron besándose como si nada, a lo que el realizador, divertido y ante la mirada atónita de técnicos y actores, los exhortó: “¡Ey, ustedes dos! No sé si les interesa saber que ha llegado la hora de la comida”.

En marzo de 1964, a dos años de comenzar su relación con Burton, a Liz le concedieron por fin el divorcio de Eddie Fisher. Ya Richard se había divorciado en 1963. Diez días después, la pareja se casó en Canadá. Para él, era el segundo matrimonio; para ella, el quinto. A lo largo de su matrimonio protagonizaron juntos 11 películas. Casi la mitad de los ingresos de la industria hollywoodense procedía de filmes protagonizados por uno de los dos, o por ambos. Pero cuando la adicción al alcohol de él empezó a afectar la relación, sus peleas comenzaron a hacerse famosas.

Luego de 10 años de matrimonio, el romance se agotó. El 26 de julio de 1974, tras alegar diferencias irreconciliables, a Elizabeth le concedieron el divorcio. Richard no pudo asistir, por encontrarse muy enfermo en Londres, como consecuencia de su adicción etílica. Poco tiempo después, la pareja más célebre del cine en el siglo pasado, volvió a verse en Ginebra y ella, bañada en lágrimas, se lanzó a sus brazos. No tardaron en casarse y en divorciarse de nuevo.

Pero entre Liz y Richard nunca se apagó el amor. Estando casados y aún después, hasta el mismo día de la muerte de él en Suiza, el 5 de agosto de 1984, como consecuencia de una hemorragia cerebral, mantuvieron un intenso intercambio epistolar, que es el que se recopila en El amor y la furia.

El día de su deceso, ya estando casado con su nueva mujer, Sally Burton, el actor se recluyó en el estudio de su casa. Allí le escribió una carta a Liz. Cuando la actriz la recibió, él ya había muerto. La Taylor no la publicó jamás, por considerarla “demasiado personal”. Aún hoy se desconoce el texto de esa epístola.

Aquilino José Mata