Mi colega precisaba de unos datos para el trabajo que estaba escribiendo, pero nunca podía “hacer tierra” con el funcionario que debía dárselos, pues por tanta insistencia, su voz era reconocida a través del teléfono y cada vez que llamaba a la oficina del susodicho, la secretaría respondía que estaba reunido o que acababa de salir.

Entonces consiguió el número de su móvil corporativo y le escribió por WhatsApp, no obstante, la dejó “en visto”.

Las nuevas tecnologías aportan soluciones para problemas antiguos, pero también generan otros nuevos y uno de ellos es su impacto en las relaciones interpersonales. Si bien estos adelantos han abierto canales de comunicación que antes no existían, traen consigo exigencias en los modos de comportamiento ya que muchas veces basta un emoji para expresar un sentimiento o estado de ánimo.

Así sucede con las llamadas palomitas de WhatsApp, el servicio de mensajería instantánea más popular del planeta, a través del cual más de 1.000 millones de personas en el mundo remiten al menos un mensaje cada día.

Este sencillo símbolo indica que el mensaje ha sido enviado correctamente al servidor, en tanto cuando es doble muestra que el destinatario lo ha recibido en su dispositivo. Es decir, confirma que el texto ha sido entregado correctamente y ha sido leído.

Dejar sin responder los mensajes es bastante frecuente en la era digital y su impacto es tan notorio que ha atraído la atención de los expertos.

Algunos de ellos aseguran que cuando se deja a una persona en visto se crea una situación de incertidumbre y vulnerabilidad, pues la mayoría cree que cuando alguien no le contesta, es porque le valora menos.

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