Aunque tener una amistad no es requisito imprescindible para vivir, no imagino la existencia humana sin una mano amiga, porque ese valor, oxigena nuestra sangre, llena todos los espacios y engrandece emocional y espiritualmente al ser humano.

La amistad es un vínculo que se cultiva con el trato asiduo y el interés recíproco a lo largo del tiempo, y se puede definir como una relación entre dos o más personas que supone dar y recibir recíprocamente cariño, apoyo, cuidado y proximidad física.

Algunas de las bases de la amistad son la confianza, el apoyo emocional, la comunicación profunda y la aceptación del otro tal y como es.

Los amigos ayudan a celebrar los buenos momentos y apoyan en los malos, pueden prevenir el aislamiento y la soledad y ofrecer compañía de ser necesario.

Esa relación de afecto libre y particular, nos hace sentir bien en compañía del otro y en ella encontramos valores imprescindibles como la confianza, el respeto, la empatía, la lealtad, la sinceridad y el compromiso.

Un amigo es aquel que está en los momentos malos sin importarle el obtener algo a cambio. Para que sea verdadera la amistad debe ser incondicional.

Son los tiempos difíciles los que demuestran a quién puede otorgársele este nombre, cuando enfermamos, tenemos algún problema de índole personal, estamos tristes o las necesidades nos apremian, pues hayamos en las amistades el apoyo necesario.

En lo que a mí respecta he tenido el privilegio de contar con personas que llegaron al límite máximo de la amistad para devenir hermanas, y han permanecido ahí, disponibles para ofrecerme su hombro, sus manos o sus corazones, aún con el paso del tiempo

Nuestras amigas o amigos, no es preciso sean muchos, abrazados al respeto y la consideración, son solidarios y saben cuándo estar y cuándo no es necesario, para contribuir a solucionar, o al menos, suavizar los problemas y las tristezas.

La historia de la humanidad recoge conmovedoras historias que han trascendido el tiempo, como los pintores Frida Kahlo y Pablo Picasso; Paul Gauguin y Vincent Van Gogh, y como excepcional ejemplo Fidel Castro Ruz y Ernesto “Che” Guevara.

Una placa en la calle Emparán 49 del barrio Colonia Tabacalera en la Ciudad de México indica que en ese lugar se conocieron el Líder Histórico de la Revolución cubana y nuestro Che. Fidel Castro estaba exiliado en México tras el asalto al cuartel Moncada en 1953. De ese encuentro nació una de las amistades más famosas.

Al frente de una revolución contra el régimen de Fulgencio Batista, el cubano y el argentino se convirtieron en dos íconos, y legaron a las generaciones futuras no sólo su ejemplo, sino la manera respetuosa y admirable de mantener una amistad incondicional.