Cayetana Álvarez de Toledo es listísima, como se sabe. Ha dejado claro el diagnóstico de la situación. «Hay que desmontar la inmensa coartada que dice que no se puede pactar con Vox», ha diagnosticado, después de comparar el historial de Santiago Abascal con el de los políticos con los que pacta Pedro Sánchez: palmeros del terrorismo, malversadores, prófugos, golpistas, etc. Tampoco Santiago Abascal ha concedido la amnistía a unos delincuentes particulares y políticos dejando la igualdad entre españoles a los pies de los caballos.

Lejos de mí afearle a nadie que llegue tarde y que se quede corto, sino celebrarle que llegue, aunque sea por los pelos y con alfileres. Tiene muchísimo mérito intelectual y sobre todo de valor personal y político lo que ha dicho Cayetana. Podría haberlo dicho antes, eso sí, y yo creo que más o menos lo sabe todo el mundo, pero en el partido de Cayetana —véase el Senado o a Michavila— no se enteran. Esa inmensa coartada de demonizar a Vox es lo que tiene a Sánchez en la Moncloa. Muy pocos son capaces de decirlo. Silenciosos o no, ¡si al menos aprendieran para el futuro…! Cayetana parece que ha aprendido y por alguien se empieza.

Aunque se quede corta. No se trata solamente de perdonarle la vida a Abascal porque existen políticos bastante peores, con una especie de comparación atenuante. Se trata de reconocer que en muchos extremos [sic] tiene razón y que, en los otros, si se quiere, se le puede discutir, pero no negar su legitimidad para defender unas posturas que han sido las tradicionales de la mayoría de los españoles durante la mayor parte de nuestra historia.

Todavía más. Hay que dar el salto del campo pequeño de la política al ancho de la cultura y de la sociedad. La coartada de la izquierda para los pactos se convierte en una trampa para España. El pensamiento y la creación del conservadurismo —usando la expresión en su sentido más amplio y comprensivo de los diversos movimientos de la derecha— no puede arrastrar una existencia vicaria y apologética. De la inmensa coartada hay que pasar —dejando de una vez de pedir perdón— al contraataque o, si se prefiere, a la revuelta.

Mientras Álvarez de Toledo no se sacuda un poco más y sacuda mucho más el Estado Mental Pesoéico, como dice pero en inglés Quintana Paz, la inmensa coartada seguirá extendiendo sus tentáculos.

No seríamos unos caballeros (o unas damas) si dejásemos todo este trabajo a Cayetana o si le afeásemos que no lo haga a nuestro modo y no al suyo. Le aplaudimos el gesto y le agradecemos la invención de la etiqueta «una inmensa coartada». Ahora, a remangarnos. Aquí no somos muy melindrosos, pero cada vez que valoramos más a alguien que escribe en un periódico de izquierdas o se nos cae la baba porque algún famoso sólo nos insulta a medias o nos encariñamos con un progre que nos concede una condescendencia, estamos alimentando por la espalda la coartada. Tenemos que estar orgullosos de lo nuestro. Como dice Milei, con una autoestima de dimensiones australes, somos mejores en lo productivo, en lo moral y en lo estético. Yo, en singular, no me atrevería a decirlo así, desde luego; pero ustedes me entienden. Milei ha ganado no sólo porque lo ha dicho, sino porque además lo cree a pies juntillas. Mientras le demos bolilla a los complejos de superioridad de la izquierda, tan sostenidos por el centrismo y tan infiltrados incluso en la derecha, tendremos no sólo una coartada, sino una cortapisa. La derecha española tiene que quererse muchísimo más a sí misma. Por suerte (una luz en el túnel) Pedro Sánchez y sus ministros nos lo va a poner extraordinariamente fácil.

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La inmensa coartada

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22.11.2023

Cayetana Álvarez de Toledo es listísima, como se sabe. Ha dejado claro el diagnóstico de la situación. «Hay que desmontar la inmensa coartada que dice que no se puede pactar con Vox», ha diagnosticado, después de comparar el historial de Santiago Abascal con el de los políticos con los que pacta Pedro Sánchez: palmeros del terrorismo, malversadores, prófugos, golpistas, etc. Tampoco Santiago Abascal ha concedido la amnistía a unos delincuentes particulares y políticos dejando la igualdad entre españoles a los pies de los caballos.

Lejos de mí afearle a nadie que llegue tarde y que se quede corto, sino celebrarle que llegue, aunque sea por los pelos y con alfileres. Tiene muchísimo mérito intelectual y sobre todo de valor personal y político lo que ha dicho Cayetana. Podría haberlo dicho antes, eso sí, y yo creo que más o menos lo sabe todo el mundo, pero en el partido de Cayetana —véase el Senado o a........

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