Si abril era cruel, mayo no veas. Los partidos se reparten el calendario y el uno es para los socialistas y el dos para el PP. El Día del Trabajo sale un nolaco laboral, Pepe Álvarez, El Pasminas, diciendo eso de «nos compite a todos» (¿Nadal?) y al día siguiente llegan los fastos ayusoides del dos de mayo, que cada año se superan.

Ayuso iba esta vez vestida de rojo ceñido con mantón o faldón de manila y de esta guisa pasó revista a las tropas mientras una banda militar interpretaba un chotis, el ya insoportable y tonidosizado Madrid de Agustín Lara. La presidenta desfilaba ella sola y al andar le caían los flecos rojísimos como a Carrie los borbotones…. Los niños bilingües de la comunidad dirían ¡qué cringe!

Se celebraba el levantamiento del dos de mayo pero también un poco el levantamiento de manubrio del bumerío…

Luego, a los premios, la pusieron en un taburete alto, como para esperar en la barra a que llegue el del Maserati y la verdad es que la presidenta lucía pierna, canne y esplendor ibérico o jamónido, a la vez con humildad en el mirar y alarde de constitución, como una doméstica descollante de zarzuela.

El folclore elegido es patriótico y cualquier año la ponen de Lola la Piconera, aunque eso podría provocar una protesta diplomática de Moreno Bonilla, capaz de presentarse en Sol a caballo como un bandolero de Sierra Morena.

La verdad es que el Dos de Mayo empieza a tener ya un autonomismo conseguido. Una estampa para japoneses, con un presidencialismo un poco a la francesa. Ayuso va de Jefa de Estado pero ¿acaso no es la presidenta de una comunidad la representante del Estado en ella? Pues eso, la «jefa», castizamente jefa.

Y la ponen en una tribuna acordonada, a falta solo de palio, a escuchar ella sola, con una soledad como de sacrificio, como si la fueran a ofrecer al oso, el himno nacional en día tan propio, que aquí estamos lo mismo con la nación que con los afrancesados, con lo que se ponga.

Ese serlo todo a lo Macron es muy de Ayuso y de los artistas que le protocolizan estas cosas. Hacen un totum revolutum impresionante, como un menú degustación: la Libertad que no falte, que la fabricamos aquí, el «ganar con ganas», que es Champions en mayo y luego por encima la salsa del casticismo, cuando dice, por ejemplo, «resistir a la adversidad a la madrileña», igual que si fueran unos callos.

En fin, un mejunje de libertad, mamelucos, jamonismo, chotis, himnos y tropas o más bien tropa, jo qué ídem, con el que el PP, que consiguió a base de alaridos radiofónicos una ideología, el liberalismo normadrileño, completa la cosa con un madrileñismo de película de Imperio Argentina. A su modo, Ayuso personifica, y cada año riza el rizo, se riza literalmente el caracolillo, el Estado Autonómico en fuga confederal. Las autonomías despuntan como las torres de la Sagrada Familia, creciendo en filigranas, remates y chirimbolos, en una suerte de rivalidad siempre inacabada.

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¿Dónde vas con mantón de Manila?

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03.05.2024

Si abril era cruel, mayo no veas. Los partidos se reparten el calendario y el uno es para los socialistas y el dos para el PP. El Día del Trabajo sale un nolaco laboral, Pepe Álvarez, El Pasminas, diciendo eso de «nos compite a todos» (¿Nadal?) y al día siguiente llegan los fastos ayusoides del dos de mayo, que cada año se superan.

Ayuso iba esta vez vestida de rojo ceñido con mantón o faldón de manila y de esta guisa pasó revista a las tropas mientras una banda militar interpretaba un chotis, el ya insoportable y tonidosizado Madrid de Agustín Lara. La presidenta desfilaba ella sola y al andar le caían los flecos rojísimos como a Carrie los borbotones…. Los niños bilingües de la comunidad dirían ¡qué cringe!

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