La última sesión parlamentaria evidenció lo tensa que será la convivencia intramuros del espacio en el que ha decidió moverse Sánchez. Aliado de todas las facciones que trabajan para destruir la nación «discutida y discutible» —Zapatero dixit— que gobierna, el presidente tendrá que seguir haciendo concesiones a unos nacionalistas fragmentarios que las emplearán para construir sus indiscutibles Estados. El espectáculo ofrecido estos días ha sido tal que ni la envoltura en medidas «sociales» de la cesión de la competencia de inmigración a Cataluña, ni los contorsionismos de los periodistas orgánicos, han sido capaces de ocultar la realidad de que Sánchez está dispuesto a todo para mantener la organización empresarial que opera bajo las siglas PSOE.

Hecha esta cesión a los secesionistas de Junts, que Sánchez ha explicado a sus corifeos como algo propio del Estado autonómico «que todos nos hemos dado», le ha faltado decir, ha llegado el momento del más exitoso turnismo de nuestra democracia coronada. En vista del éxito del golpista de Amer, el PNV se ha apresurado a pedir lo mismo que la banda de Puigdemont. Acostumbrados a moverse bien entre las bambalinas madrileñas, los herederos de Sabino Arana, que han elegido un perfil distinto a los habituales, temen, y razones no le faltan, el ascenso de los filoetarras de Bildu, que han vuelto a exhibir músculo callejero en la muy vizcaína Bilbao. Conviene anticiparse, piensan los sabinianos, conscientes de que los de Otegui cuentan con las simpatías de Moncloa.

El primer impacto, el más visible, lo han dado los bildutarras, desplegando una pancarta con fondo negro, sobre el que convergen dos flechas blancas que dibujan una suerte de ikurriña mutilada. Tras el enorme símbolo, una multitud tomó la calle el pasado sábado, enarbolando banderas de la Navarra que será disuelta en Euskal Herria y de la Palestina judeófoba con la que, en exótica solidaridad entre pueblos oprimidos, se identifican muchos de los manifestantes que reclaman algo que se acaricia con los dedos: la entrega de la llave con la que liberar a los criminales etarras que tanto han hecho por mantener los privilegios de los que goza la Comunidad Autónoma Vasca. Entre los manifestantes, representantes de casi todos los partidos que sostienen a Sánchez. Como remate de la jornada, el estadio de San Mamés —téngase en cuenta que el Barcelona andaba por tierras mahometanas— fue el único que no homenajeó a la Policía Nacional, deshumanizada en Vascongadas bajo el vocablo txakurra, con motivo de sus dos siglos de vida.

Paralelamente a la puesta en escena de estas y otras ceremonias, a las que ha de sumarse el continuo homenaje a etarras, el mundo terrorista vasco sigue permeando una sociedad dispuesta a escuchar fábulas que mezclen victimismo y heroísmo. El cóctel se sirve, incluso, en dosis personalizadas como la distribuida por Lorentxa Beyrie, condenada por colaborar en el asesinato, en 2001, del mozo de escuadra Santos Santamaría Avendaño, que esta semana ofreció su catequesis a unos estudiantes del Liceo Etxepare de Bayona, habitual receptor de etarras enclavado en ese Iparralde que el gobierno vasco riega con subvenciones con la vana ilusión de incorporarlo a Euskal Herria.

Con los etarras convertidos en héroes populares, el PNV, que siempre jugó a varias barajas para mantener su rentable perfil institucional, se apresura a cambiar de imagen gracias a un candidato estéticamente alejado de los Esteban y Urkullu. El tiempo, sin embargo, juega en su contra, pues el partido de las Leyes Viejas se ocupó de diluir la sangre de la que se benefició. Al cabo, los etarras son y serán siempre de ellos, de los de su camarada Otegui. Convertido en el más fiel constructor del muro tras el que se blinda Sánchez, Bildu urge a la entrega de las llaves con las que abrirá las celdas de los mitificados gudaris. Después vendrá la solución, es decir, la secesión.

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15.01.2024

La última sesión parlamentaria evidenció lo tensa que será la convivencia intramuros del espacio en el que ha decidió moverse Sánchez. Aliado de todas las facciones que trabajan para destruir la nación «discutida y discutible» —Zapatero dixit— que gobierna, el presidente tendrá que seguir haciendo concesiones a unos nacionalistas fragmentarios que las emplearán para construir sus indiscutibles Estados. El espectáculo ofrecido estos días ha sido tal que ni la envoltura en medidas «sociales» de la cesión de la competencia de inmigración a Cataluña, ni los contorsionismos de los periodistas orgánicos, han sido capaces de ocultar la realidad de que Sánchez está dispuesto a todo para mantener la organización empresarial que opera bajo las siglas PSOE.

Hecha esta cesión a los secesionistas de Junts, que Sánchez ha explicado a sus corifeos como algo propio del Estado autonómico «que todos nos hemos dado», le ha faltado decir, ha llegado el momento del más exitoso turnismo de nuestra........

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