Voy a Ferraz todo lo que puedo. Lo que me permiten mis obligaciones maternales, concretamente. Así que voy una semana sí y una no. El pasado lunes me encontré a Ricardo Ruiz de la Serna, compañero en estas páginas y en muchas otras trincheras. Mientras contemplábamos la protesta —muy reducida ese día— hablábamos de lo divino y de lo humano. Y me dijo una cosa, charlando sobre conocidos, que me ha hecho pensar mucho todos estos días. Que «la barba hay que ganársela». «¿Cómo?», pregunté yo, inocente de mi. «Pues haciendo cosas de hombres».

Ojalá hubiera un equivalente para las mujeres que hacemos muchas cosas de mujeres. Que se nos pusiera un pecho como de Pamela Anderson, o así. Porque en Ferraz también hay unas cuantas que se habrían ganado la barba: las chicas que rezan el Rosario con José Andrés Calderón —él sí que se ha ganado una barba como la de Merlín—, la señora detenida el mismo lunes por orar igualmente cuando la policía —cada vez con la p más minúscula— decidió cumplir unas asquerosas órdenes políticas e impedirlo. Las que se ponen bajo la bandera de Revuelta y gritan «libertad» —he tenido la suerte de unirme a ellas alguna tarde— hasta quedarse sin voz. Las representantes públicas que dejan a tres niños en casa —alguno bebé— para venir a jugársela con sus representados.

No todo es tan solemne todo el rato. También he vivido, este Noviembre Nacional, momentos para el recuerdo por lo divertido. Hacerle un semiplacaje al mismísimo Santiago Abascal para llegar a tocar a Tucker Carlson. Gritar algo parecido a «Otegui, etarra, tu madre es una señora con pinta no muy limpia». Vamos, que reconozco que he coreado algún «insulto y soez», que diría la portavoz del gobierno ¡¡¡y ministra de Educación!!!, que cree que «insultos» y «soeces» son sinónimos. —A ver si alguien nos aclara pronto que les echan en el tinte a las ministras, que lo mismo quieren irse en ‘cobete’ a Nueva Zelanda que no recibir soeces—. O conocer a un tío muy guapo que va con tambor y megáfono y que sospecho que es del CNI porque sabe dónde trabajo, sin que yo haya conseguido saber tras varios días dónde trabaja él, aunque a veces me deja tocarlo. El tambor.

El movimiento ante Ferraz se está acabando y se nota. No sólo porque se acabe el mes, sino porque es difícil para cualquiera ir tan tarde a protestar a diario y además sin saber si esa jornada te tocará que te den porrazos o no, si te lanzarán pelotas de goma o algo peor. Pero el espíritu de Noviembre Nacional, estoy segura, prevalecerá. Nos ha dejado imágenes de españoles ganándose mucho más que el derecho a dejarse crecer barba o bigote. Como los chicos que sujetando una bandera de España se abrazaron por el hombro con los policías llegando a aporrearlos para mantener la formación. Los que gritaron «apreteu» mientras también los molían a palos. El de «no duelen las hostias, duele España». Porque como dice también Ricardo, «el que a los 22 años se deja pegar por algo en lo que cree, cuando a los 30 dice sí quiero, lo dice en serio y puede mantenerlo». Los detenidos de Solidaridad por defender a personas mayores gaseadas sin justificación. Los mayores con bastón a los que he visto cada día que he podido ante las vallas. La periodista de Okdiario que ha retransmitido en directo detenciones y palizas mientras la amenazaban a ella con lo mismo. Los informadores que han ido a título personal y han hecho mejor trabajo que los cobardes que se limitaban a quedarse con un casco del lado de los agentes de la UIP. Los niños que sin entender muy bien qué pasaba sabían que hacían algo importante acompañando a sus padres.

No sé si la movilización seguirá en la sede del PSOE, pero sí que continuará siendo permanente. También que no existe en España nada parecido a la extrema derecha, como demuestra el hecho de que Madrid no ha ardido el triple que Dublín. Porque no somos españoles violentos saliendo a la calle contra un gobierno legítimo, como quieren hacernos creer la mayoría de medios, sino muchos millones de patriotas hartos de ser rehenes de Otegui, Puigdemont y Junqueras para que Sánchez siga viéndose guapo un rato en las fotos. Porque, como decía un cartel del 15M y que hemos hecho nuestro, «dormíamos, despertamos». Ahora sabemos que la calle también es nuestra. Y seguiremos parando el golpe. Siempre.

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Insultos y soeces en Ferraz

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30.11.2023

Voy a Ferraz todo lo que puedo. Lo que me permiten mis obligaciones maternales, concretamente. Así que voy una semana sí y una no. El pasado lunes me encontré a Ricardo Ruiz de la Serna, compañero en estas páginas y en muchas otras trincheras. Mientras contemplábamos la protesta —muy reducida ese día— hablábamos de lo divino y de lo humano. Y me dijo una cosa, charlando sobre conocidos, que me ha hecho pensar mucho todos estos días. Que «la barba hay que ganársela». «¿Cómo?», pregunté yo, inocente de mi. «Pues haciendo cosas de hombres».

Ojalá hubiera un equivalente para las mujeres que hacemos muchas cosas de mujeres. Que se nos pusiera un pecho como de Pamela Anderson, o así. Porque en Ferraz también hay unas cuantas que se habrían ganado la barba: las chicas que rezan el Rosario con José Andrés Calderón —él sí que se ha ganado una barba como la de Merlín—, la señora detenida el mismo lunes por orar igualmente cuando la policía —cada vez con la p más minúscula— decidió cumplir unas asquerosas órdenes políticas e impedirlo. Las que se ponen bajo la bandera de Revuelta y gritan........

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