El nuevo Gobierno de Sánchez no defrauda. Es peor que el anterior. Tiene una versión renovada de Ábalos: Óscar Puente, de parecido físico tabernario. Ignoro por qué es necesario semejante fenotipo para la cartera de Transportes. Hubo una época en que los ministros de Interior parecían cortados por el mismo patrón. Cara de brutos, daban miedo. El aspecto era el mensaje, supongo. A Puente no le falta currículum: montó un pollo en el AVE, aquel «usted no sabe con quién está hablando» en toda regla, y parece que tiene habilidad para que las empresas que firmaban contratos con su Ayuntamiento le presten vehículos de alta gama. ¡Merece un premio! Eso, y ser la voz de su amo. Hacer la cabriola que le ordenen Sánchez y Aragonés. Ábalos demostró lo que unas maletas, una sátrapa comunista y treinta versiones distintas pueden dar de sí. Puente acaba de conseguir su primer triunfo. Ha reconocido que no habría amnistía de no haber necesitado los votos de Puigdemont. Estupendo. Un socialista nunca dice la verdad, se le escapa. Para arreglarlo, ha usado un símil fantástico. «¿Usted se hubiera casado si no se hubiera quedado su mujer embarazada?». No esperen reacción de sus compañeras de partido. Ojalá intente corregir el nuevo estropicio. Promete tardes de gloria.

Para mí, la otra estrella es la ministra de juventud e infancia, Sira Rego. Su primera intervención no tiene desperdicio. Viste volantitos, como Yolanda. Demuestra una vez más que la cursilería es el reverso de esta izquierda oscura y violenta. Declarada admiradora de Lenin. Casi . El camarada, como recordaba Escohotado, consiguió matar a treinta millones de compatriotas de hambre y frío en sus cinco primeros años de gobierno. Admirable. Sira ha protagonizado gestas tan valientes como atravesar un pasillo vacío del Parlamento Europeo con una banderita republicana a la espalda mientras suena La Internacional.

También la podemos ver en otro vídeo en el que tacha la palabra «miembros» en un lavabo del parlamento y la sustituye por «all». Una valiente heroína, vaya. Sira es miembra de un selecto grupo de diputados europeos que fue incapaz de condenar la matanza de Hamás. Encontraron justificaciones a las salvajadas que se llevaron a cabo ese negro día. Imaginen la pasta de la que tienes que estar hecho. Parece que a la ministra de infancia los menores judíos le importan una higa. Tampoco quiso condenar que Bielorrusia secuestrara niños ucranianos. Que alguien de una talla moral semejante llegue a ese cargo nos retrata como país. Con este currículum, yo no dejaría a mis hijos en manos de Sira ni jarto de vino.

Otro ministro, Ernest Urtasun, votó como Sira. Y se descolgaba diciendo que la cultura debía ser militante y batallar contra la derecha. Menudo tolai. Es curioso el reparto de ministerios y revela lo que a Sánchez le importa realmente: la cultura, la infancia y la juventud se la soplan. El responsable de todo este penoso espectáculo intentaba darle una lección a Netanyahu sobre cómo acabar con el terrorismo. Hay que ser atrevido. Lo hizo mintiendo, como siempre. «El terrorismo no puede ser erradicado sólo con el uso de la fuerza». Bueno, en España el terrorismo sólo acabó mediante el uso de las fuerzas de seguridad del Estado y machacando a su brazo político. Esto es, mediante la fuerza. Policial y política. Y desde entonces hemos desandado un buen trecho. A Sánchez le faltó valentía y le sobró desvergüenza. Debió ir hasta el final y compartir su fórmula: haz como yo, Bibi, mete a Hamás en tu gobierno. En Israel debieron alucinar con el personaje. Leyendo una chuleta y dando lecciones sobre cómo responder al salvaje ataque que sufrieron. Un tipo que pactó su investidura con el brazo político de una banda armada, que tiene ministros en su Gobierno que son antisemitas y están del lado de esos salvajes de Hamás. Que se hace un vídeo oportunista en el lugar donde se van a canjear los prisioneros. ¿Resultado de su «gira por Oriente Medio»? No queda nada para que nos metan en el eje del mal.

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Hacia el eje del mal

28 12
26.11.2023

El nuevo Gobierno de Sánchez no defrauda. Es peor que el anterior. Tiene una versión renovada de Ábalos: Óscar Puente, de parecido físico tabernario. Ignoro por qué es necesario semejante fenotipo para la cartera de Transportes. Hubo una época en que los ministros de Interior parecían cortados por el mismo patrón. Cara de brutos, daban miedo. El aspecto era el mensaje, supongo. A Puente no le falta currículum: montó un pollo en el AVE, aquel «usted no sabe con quién está hablando» en toda regla, y parece que tiene habilidad para que las empresas que firmaban contratos con su Ayuntamiento le presten vehículos de alta gama. ¡Merece un premio! Eso, y ser la voz de su amo. Hacer la cabriola que le ordenen Sánchez y Aragonés. Ábalos demostró lo que unas maletas, una sátrapa comunista y treinta versiones distintas pueden dar de sí. Puente acaba de conseguir su primer triunfo. Ha reconocido que no habría amnistía de no haber necesitado los votos de Puigdemont. Estupendo. Un socialista nunca dice la verdad, se le escapa.........

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