Resulta extraño leer la misiva de Sánchez, ese «no suele ser habitual que me dirija a usted a través de una carta». De usted a usted. Una relación epistolar. Como las amistades peligrosas. Lo que no es habitual es que un presidente se comunique por tuiter y anuncie cinco días de reflexión. No es la primera vez que Sánchez se dirige al pueblo. Ya nos mintió mil veces y dio la turra con sus pandémicos «aló presidente». Pasaba entonces, como ahora, por una crisis sin precedentes y se le veían las costuras. Teníamos los peores resultados económicos de Europa. Liderábamos en muertos y contagios. El país con «la mejor sanidad del mundo» sufría el peor de los gobiernos en el peor momento. Illa, filósofo de cuarta, estaba a cargo del ministerio de sanidad. Un responsable del desastre que luego gana elecciones en Cataluña. Ahora la cosa está allí entre Puigdemont y él. Y luego nos miran con superioridad y nos llaman ñordos. Hay que joderse.

Pero Sánchez es su carácter. Como el escorpión. Nadie se cree su carta. Se toma unos días libres para preparar la defensa de su mujer, que es la suya, y mantiene prietas las filas. Esto no va de lo que aguanta el presidente. Ni su señora. Va de lo que aguanta su partido, sus voceros y sus votantes. Los aló eran la respuesta a una pandemia. Ahora pasamos por otra bien distinta. Puigdemont, Otegi, Marruecos, Pegasus, Ábalos, Koldo, Puente, Illa y, por supuesto, los negocios de Begoña y el hermanísimo. Demasié, incluso para él. Toca agitar el cubilete. Y victimizarse. Que eso lo manejan muy bien sus socios nacionalistas. Poco después de conocer la carta sabíamos que la élite del gobierno se reunía en Moncloa. Bolaños, Montero, Cerdán y Óscar Puente. No es un chiste, por desgracia. Ábalos declaraba estar al lado del presidente. «Tienes mi apoyo y comprensión». Esto tampoco es broma. Lo terrible es que en la política española sea tan difícil distinguir la realidad de la parodia.

Causa sonrojo que quienes han acusado a mujeres, hermanos o novios de otros líderes políticos, los mismos que se alían con quienes asesinaban a sus oponentes políticos, vayan ahora de víctimas. El propio Sánchez, riéndose, hace sólo semanas, atacaba con mentiras a la mujer de Feijoo y anunciaba «más cosas» que nunca llegaron.

Nadie ha desmentido ninguna de las noticias que se han publicado sobre la mujer del presidente. En esto, Sánchez también innova. Es la primera vez que se da un escándalo como este. La mujer del César no sólo ha de ser honrada, ya saben. El llamamiento a filas no dio resultado el miércoles. Sólo unas cincuenta personas, incluidos diputados, se presentaron en Ferraz al llamamiento de las feministas del psoe. Avanzamos en chavismo pero el charismo se estanca. Luego se movilizaron tropecientos autobuses y la cosa mejoró.

Los medios internacionales se hacen eco del escándalo de Begoña. El Presidente, tras su exitosa gira buscando apoyos para el terrorismo de Hamás, sigue haciendo caer nuestra imagen en el extranjero. Su carta retrata al psoe. Los periodistas del régimen firman un manifiesto contra el periodismo. Hay diputados que señalan a jueces y a sus hijas. El cursi de Patxi dice que la oposición «se burla del amor». La mujer que Sánchez nos colocó aquí en Valencia, una ministra inane, resume el sentir sociata: «esta batalla no la pueden ganar los malos». Y cuidado, que uno ve las alternativas de las que se habla, Zapatero, Puente, Marisú, y se echa a temblar. Quizá también es eso es lo que busca Sánchez. La solución, el 29 de abril. Día De San Pedro Mártir. No es broma. Para mártires, nosotros.

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Una carta en la manga

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28.04.2024

Resulta extraño leer la misiva de Sánchez, ese «no suele ser habitual que me dirija a usted a través de una carta». De usted a usted. Una relación epistolar. Como las amistades peligrosas. Lo que no es habitual es que un presidente se comunique por tuiter y anuncie cinco días de reflexión. No es la primera vez que Sánchez se dirige al pueblo. Ya nos mintió mil veces y dio la turra con sus pandémicos «aló presidente». Pasaba entonces, como ahora, por una crisis sin precedentes y se le veían las costuras. Teníamos los peores resultados económicos de Europa. Liderábamos en muertos y contagios. El país con «la mejor sanidad del mundo» sufría el peor de los gobiernos en el peor momento. Illa, filósofo de cuarta, estaba a cargo del ministerio de sanidad. Un responsable del desastre que luego gana elecciones en Cataluña. Ahora la cosa está allí entre Puigdemont y él. Y luego nos miran con superioridad y nos llaman ñordos.........

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