Raúl Wiener dijo: “¿Cómo construir una sociedad pacífica y en vías de reconciliarse si el Estado, estimulado por los medios y la derecha más recalcitrante, sigue con la política de quitarles la voz a los perdedores, su derecho al trabajo y a la vida de sus descendientes?”.

Por: Eduardo González Viaña


─ ¡Dónde estás, Dios mío! −clamó el rabino belga Isaac.

Su compañero de infortunio, un rabino polaco, no pudo responder. En el campo de concentración de Sachsenhausen, ambos estaban de pie obligados a presenciar una escena perversa.

Los nazis habían condenado a un joven a ser ahorcado y lo tenían en un tabladillo. Le ataron las manos. Le rodearon el cuello con una cuerda. Sin decir palabra el prisionero, quizás, se encomendó a Dios.

El condenado era un joven atlético, y los nazis habían arreglado la horca de una forma tal que no muriera rápido. Querían que se estremeciera y que su agonía durara más.

A Isaac no le extrañaba tal acto de ferocidad, porque la extrema derecha es necesariamente perversa. Le asustaba más bien que Dios no pudiera impedir la escena.

La perversidad existe en uno y otro lugar. Las noticias de hoy dan cuenta de hospitales infantiles sometidos al ataque de las tropas israelitas y al consecuente exterminio de los niños durante la ocupación de Gaza.

El columnista Agusto Álvarez Rodrich da cuenta, en el Perú, de lo que podría llamarse “castigo después del castigo”. El primer esposo de la Sra. Elena Yparraguirre ha sido despedido de su trabajo, y por lo visto tan solo por su antigua relación con ella. Como se sabe, esta señora purga prisión a causa de la guerra interna. El mismo periodista informa también que personas que padecieron décadas de prisión y alcanzaron la libertad están siendo llamadas otra vez por el Juez. Todo esto es inconstitucional y perverso.

Y, por fin, aprobada por el desprestigiado Congreso anterior, la muerte civil para quienes salieron ya de la cárcel es solo un instrumento de venganza que no tiene sentido en una democracia.

Decenas de miles de personas que participaron en el conflicto interno del siglo pasado, han padecido décadas en prisión. A pesar de que en Derecho es inadmisible castigar a quien ya ha sido castigado, los instrumentos legales aprobados por el Congreso anterior prohíben que, ya cumplida su condena, estas personas trabajen en sus profesiones. Eso también es anticonstitucional y malvado.

Recordemos lo que ocurrió en el campo de concentración nazi del que estábamos hablando. El delito del joven condenado a muerte consistía en que, a pesar de ser cristiano, había estado apoyando a una familia judía que pretendía huir de la Alemania hitleriana.

Mientras él se estremecía en la horca, el rabino preguntó a gritos:

─ ¡¿Dónde estás, Dios mío?!

Sí. ¿Dónde estás?

QOSHE - ¿DÓNDE ESTÁS, DIOS MÍO? - Eduardo Gonzalez- Viana
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

¿DÓNDE ESTÁS, DIOS MÍO?

6 0
19.11.2023

Raúl Wiener dijo: “¿Cómo construir una sociedad pacífica y en vías de reconciliarse si el Estado, estimulado por los medios y la derecha más recalcitrante, sigue con la política de quitarles la voz a los perdedores, su derecho al trabajo y a la vida de sus descendientes?”.

Por: Eduardo González Viaña


─ ¡Dónde estás, Dios mío! −clamó el rabino belga Isaac.

Su compañero de infortunio, un rabino polaco, no pudo responder. En el campo de concentración de Sachsenhausen, ambos estaban de pie obligados a presenciar una escena perversa.

Los nazis habían condenado a un joven a ser ahorcado y lo tenían en un tabladillo. Le ataron las manos. Le rodearon el cuello con una........

© La Mula


Get it on Google Play