La actual crisis de la educación peruana no solo es posible de observarse en la precariedad de la formación docente, en la burocratización del Ministerio (que obliga a los profesores a realizar informes absurdos e interminables), en los resultados de las pruebas Pisa o en la increíble mercantilización de las últimas décadas: se ve también en el pensamiento y las políticas de Carlos Canales, el actual alcalde de Miraflores. La conversión del turismo en una vulgar maquinaria sin contenido, es posible de observarse en el trabajo de Carlos Canales. La nula concepción sobre políticas urbanísticas que, en cada gestión, sufrimos todos los peruanos, se hace terriblemente patente en el actual alcalde de Miraflores. La absoluta precariedad de las políticas culturales no solo es muy clara en el actual funcionamiento del Ministerio de Cultura, sino también en los destrozos que está produciendo el actual alcalde de Renovación Nacional. La herencia colonial, el racismo insistente, el complejo de gamonal fuera de tiempo, la homofobia y el conservadurismo periférico lo vemos hoy en Carlos Canales, el actual alcalde de Miraflores.
Hace poco él dijo que no era político sino empresario y que por eso nadie lo entendía. ¿Por qué postuló entonces? Hoy la crisis de la política peruana podemos comprobarla nada menos que en Carlos Canales. Su actitud representa, como decía Basadre, la pobreza absoluta de nuestra clase dirigente (o dominante) y también en la condición absolutamente cínica que hoy asumen la mayoría de autoridades en el Perú. En un famoso ensayo, Heidegger se preguntaba hace casi un siglo: “¿Es todavía el arte una manera esencial y necesaria en que acontece la verdad para nuestra existencia histórica, o ya no lo es?” Nuestra barbarie, que va de empresarial, electa por nosotros, ha dado ya su respuesta.
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