Después de diez años la hoja de coca tejió su magia y conspiró para que Juan Pablo y yo nos reencontráramos en el corazón latino de Nueva York, en El Barrio. Él y yo nos conocimos en Bogotá, estudiábamos filosofía en torno al Mambe, alimento indígena basado en hoja de coca y yarumo.

Estos días Juan quería mostrarme a su hijo, Coca Worlds, un proyecto que está naciendo a través de sus manos y las de Angélica y Giselly, otras dos colombianas apasionadas por nuestra tierra. En el Taller Boricua donde se están presentando, Juan me dio un tour para que mi corazón recordara que la hoja de coca no es la mata que mata, es la mata que sana.

La hoja de coca ha estado entre nosotros mucho más tiempo del que nos han dicho y hace parte de nuestra innegable cultura ancestral. Ella era y aun es fuente de vitaminas, minerales, fuerza, espiritualidad, tejido, sabiduría y cohesión en las poblaciones indígenas que poco a poco han ido muriendo en nuestro país.

La realidad es que detrás de la terrorífica propaganda de la mata que mata, habita el amor, la nutrición, la vida y, lo que tanto necesitamos, la posibilidad de sanación de todo un pueblo maltratado por la guerra en contra de las drogas.

“Qué vergüenza decir que soy colombiana en el exterior”, lo he escuchado tantas veces que se ha vuelto una regla. Es que inmediatamente nos preguntan, ¿tienes coca? ¿Pablo Escobar? ¿Griselda? ¡Qué dolor vivir en Colombia consumiendo glifosato y viviendo bajo una política centrada en la lucha contra las drogas! Todo por la malentendida mama coca, como la llaman nuestros ancestros.

Coca no es cocaína, así sea común llamarle así.

El amor y la reconciliación con la hoja de coca me lo regaló conocer el mambe y poblaciones indígenas en Colombia, pero el dolor se hizo más profundo al ver el envenenamiento de esos suelos que ven la coca nacer y el sufrimiento de las poblaciones vinculadas con estos territorios. Cuando me vine a EEUU no pude traer mambe, es ilegal. Pareciera que nuestra sangre fuera pecado.

Cuando conocí Coca Worlds, un espacio para darle la bienvenida a la mata que sana, mi sangre andina palpitó más fuerte. Este proyecto recién nacido tiene el potencial para impulsar la transformación de nuestra tierra, detener el envenenamiento por fumigaciones, recuperar la salud de nuestras poblaciones indígenas, estimular políticas públicas, trabajar en pro de la salud mental y hasta revisar escenarios alternativos a la cruel y dolorosa política anti narcóticos mundial.

¿Conoce la hoja de coca? No le tema, edúquese, sane con su ancestro, tóquela. Le aseguro que ella no le va a matar. Eso sí, lávela muy bien si la va a consumir, ella puede estar envenenada por fumigaciones que sí nos están matando.

Acabemos con la mata que mata, sanemos nuestros andes mentales y regeneramos la historia de nuestra sangre. Si le interesa este proyecto, visítelo en CocaWorlds.org es puro talento colombiano.

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Acabemos con la mata que mata

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25.04.2024

Después de diez años la hoja de coca tejió su magia y conspiró para que Juan Pablo y yo nos reencontráramos en el corazón latino de Nueva York, en El Barrio. Él y yo nos conocimos en Bogotá, estudiábamos filosofía en torno al Mambe, alimento indígena basado en hoja de coca y yarumo.

Estos días Juan quería mostrarme a su hijo, Coca Worlds, un proyecto que está naciendo a través de sus manos y las de Angélica y Giselly, otras dos colombianas apasionadas por nuestra tierra. En el Taller Boricua donde se están presentando, Juan me dio un tour para que mi corazón recordara que la hoja de coca no es la mata que mata, es la mata que sana.

La hoja de coca ha estado entre nosotros mucho más tiempo del que nos han........

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