El descontento de un buen sector de la ciudadanía por cuenta de las decisiones equivocadas e improvisadas -como el día cívico del viernes pasado- tomadas por el gobierno de Gustavo Petro y, en otros casos, por la inacción o negligencia en áreas en las que se había mejorado ostensiblemente (como en materia de orden público y seguridad ciudadana), llevan a que nuevamente el pueblo se movilice para expresar públicamente su rechazo y hacerle ver al primer Mandatario que el país no va bien.

Esta movilización ciudadana no debe ser encasillada ni descalificada por el Gobierno, de estar vinculada o de pertenecer a un sector político, o defender una ideología opuesta a la izquierda imperante, pues son miles las personas que no militan, ni están vinculadas con un determinado partido -de centro o derecha-, sino que marchan libre e independientemente como la única forma de expresar su inconformidad por el rumbo que ha tomado el país.

Es decir, las marchas del día de hoy no son el reflejo de una polarización política -que sí existe-, entendida esta como la división de la opinión pública en dos extremos opuestos -derecha e izquierda-, sino más bien como un ejercicio ciudadano de libre expresión en el que confluyen sectores de diversas vertientes, en contra de las múltiples decisiones equivocadas de Petro, además de la desilusión por las prácticas tradicionales que se siguen aplicando, como la corrupción, el clientelismo, el pago con contratos a los aportantes a su campaña, el abuso de los dineros públicos, la “mermelada” repartida en el Congreso, etc..

Ojalá que el Gobierno no reaccione con descalificativos, ni minimizando esta manifestación pública y libre, sino que reconozca sus errores, rectifique los desaciertos, haga uso de la concertación y deje de hacerse la víctima, acusando a Uribe, a la clase política, a las maquinarias y hasta a los paramilitares, como los responsables de sus equivocaciones. Petro debería dar muestras de humildad, dejar de pensar que es el portador de la verdad absoluta y que el hecho de haber ganado las elecciones con un estrecho margen, no lo facultan para imponer su voluntad.