Werner Hoyer es un profesional de la política alemana, perteneciente al Partido Liberal, que ocupaba la presidencia de un semidesconocido ente del entramado burocrático que rodea a la Unión Europea, llamado Banco Europeo de Inversiones (BEI), fundado en 1958. Accedió a ese cargo en 2012. A él también aspiraba quien fuera ministra de Fomento del Gobierno Zapatero, Magdalena Álvarez, que llegó a ser vicepresidenta del BEI.

La pandemia cambió la Unión Europea de arriba abajo. De la noche a la mañana, a diferencia de lo ocurrido durante la crisis del euro de 2011 y 2012, la UE pasó a convertirse de un controlador acérrimo del gasto y la disciplina fiscal a un helicóptero de dinero que ideó la ingeniería financiera adecuada para elevar la deuda y su gestión a los altares. Era eso o el hundimiento. Ni el Mago Pop podría hacerlo mejor. Bajo la aquiescencia del Banco Central Europeo (BCE), comprador inagotable de bonos y obligaciones, la UE inició la transformación al mundo verde y digital.

Si el BCE tenía que ser el responsable de controlar la política monetaria, la UE tenía que adecuar un instrumento adecuado para prestar dinero a proyectos que generaran inversiones que pudieran acabar siendo rentables. Si en el verano de 1944, a medida que los países aliados se acercaban a la victoria en la Segunda Guerra Mundial, se creó en Bretton Woods (New Hampshire, Estados Unidos) el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional para iniciar un nuevo sistema económico mundial, la UE empujó los quehaceres del BEI.

La guerra de Ucrania ha acabado convirtiendo al BEI en el primer banco multilateral del mundo. Casi medio billón de euros en préstamos en 75.869 proyectos en 2022, de los cuales 63.453 son en la UE. Pedir dinero prestado al BEI se ha convertido en una opción para proyectos muy diversos. Hasta 4.000 personas trabajan en este banco.

A partir del 1 de enero de 2024, presidirá el BEI la vicepresidenta primera del Gobierno de España, Nadia Calviño. La responsable económica del Gobierno de Pedro Sánchez cambiará de aires y se sumará al peso que tienen otros dos españoles en el conglomerado europeísta: Josep Borrell, responsable de la política exterior de la UE, y Luis de Guindos, vicepresidente del BCE.

Calviño es una tecnócrata, no adscrita al PSOE, que antes de formar parte del Gobierno español había desarrollado su carrera en las instituciones europeas. Su fama, más allá de los Pirineos, supera las diferencias ideológicas que le han marcado en España. Con Calviño, su inglés es impecable, Sánchez no podía disponer de alguien con mejor imagen y respeto a la hora de negociar en medio del pantanal europeo, donde el consenso entre el centro derecha y el centro izquierda se impone a los radicalismos.

Nadia Calviño podrá sacarse de encima discusiones caninas con los socios de Gobierno comunistas del PSOE. Podrá respirar y ganará 381.398 euros anuales. Buen paso.

*Director de Información Económica de Prensa Ibérica.