Desde que sé que bailar promueve el crecimiento, buena salud y plasticidad de las neuronas, dedico una de las sesiones semanales de actividad física a la zumba o a una clase de baile, que puede ser danza contemporánea, sexy style, bachata o lo que se tercie. Hace dos sábados hice una sesión de afrodance, junto con varias decenas de adolescentes, y el fin de semana pasado me colé en una de zumba.

Está claro que no tengo una vocación danzarina definida y tampoco tengo demasiada dignidad, pero todo sea por la regeneración neuronal. Jamás me pongo en primera fila y jamás de los jamases me miro al espejo. De lo contrario, me hundiría en la miseria. Dos sesiones de coreografías complejas —para mí— han bastado para realizar un gran aprendizaje: lo importante es la actitud.

Puedes ser técnicamente mala, incluso bastante mala, pero si le pones ganas, garbo y te crees Rihanna, ganas muchos puntos y, lo más importante, lo pasas muy bien. Tengo enfrente a una chica rubia de pelo largo hasta la cadera, que lleva unas mallas blancas que le tapan la mínima expresión y que, como yo, no da pie con bola, pero que cada paso que da lo vive como si fuera Madonna bailando Vogue. Esa es la actitud y ella es una diosa.

El problema de trasladar un talante de desparpajo excesivo y desmedido a escenarios que no son una pista de baile es que puedes acabar convirtiéndote en alguien tipo Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid confundió la Asamblea con el Club de la Comedia y declamó un monólogo desenfadado y chistoso sobre su particular proceso creativo de la expresión “Me gusta la fruta”.

El inconveniente es que, si rebajamos tanto la calidad y profundidad de los discursos políticos, corremos el peligro de quedarnos en una superficialidad populista y peligrosa o de que aparezca el efecto contagio y un teniente de alcalde balear se vaya por soleares del pleno del consistorio. Qué triste espectáculo el que tenemos que soportar la ciudadanía.

Volviendo al lado bueno de la vida y a actitudes valiosas, Isabella Rossellini ha sido portada de Vogue italiano. Con su pelo corto, mirada fija a la cámara y, lo mejor, con todas sus arrugas a bocajarro. La actriz ha valorado que la publicación no retocara su cara. El resto de mujeres, también. A pesar de que muchas no luciremos jamás unas líneas en nuestros rostros con tanto glamour, le agradecemos que visibilice la naturalidad y belleza del paso del tiempo.

Mi otro referente es Maggie Smith. Su interpretación en Downton Abbey mejoró mi vida y verla ahora, a sus 88 años, como modelo de la firma Loewe, sin maquillaje y mostrándose tal y como es, me ha fascinado. Lástima no tener una nómina que soporte los precios de la marca de ropa. De lo contrario, habrían ganado una clienta fiel y devota. Todo es marketing, pero que este sea más inclusivo se agradece.

Me alegro de que Rafa Nadal vuelva a la cancha. Me alegro aún más de cómo lo hace. Sin esperar nada, dispuesto a disfrutar y sin exigirse todo lo que se ha exigido durante toda su carrera. Si tuviera que darle un Óscar a una actitud, el premio sería para él. ¡Mucha suerte!

QOSHE - Cuestión de actitud - Mercé Marrero
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Cuestión de actitud

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10.12.2023

Desde que sé que bailar promueve el crecimiento, buena salud y plasticidad de las neuronas, dedico una de las sesiones semanales de actividad física a la zumba o a una clase de baile, que puede ser danza contemporánea, sexy style, bachata o lo que se tercie. Hace dos sábados hice una sesión de afrodance, junto con varias decenas de adolescentes, y el fin de semana pasado me colé en una de zumba.

Está claro que no tengo una vocación danzarina definida y tampoco tengo demasiada dignidad, pero todo sea por la regeneración neuronal. Jamás me pongo en primera fila y jamás de los jamases me miro al espejo. De lo contrario, me hundiría en la miseria. Dos sesiones de coreografías complejas —para mí— han bastado para realizar un gran aprendizaje: lo importante es la actitud.........

© La Opinión A Coruña


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